V🔸Castigo

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(Reyno de la Luz)

— Cómo permitieron su sacrificio, ni siquiera han enviado a su representante —discute el joven príncipe entrando a la habitación de su padre después de esquivar a los guardias

— Ámbar decidió eso, debemos respetarla —comenta su padre con tristeza

— Y usted.... —señala a la reina acostada— Permitió que su hija se sacrificara por nada —la mira con odio

— Cuida como te diriges a ella Félix, mantén tu posición —le regaña su padre

— No me quedaré de brazos cruzados viendo cómo la convierten en nada, voy a sacarla de allí sale indignado

— Félix —llama la reina antes de que salga y el se detiene sin mirarla_ Es su destino, ella no va a regresar —el ignora sus palabras y se va— Es mi culpa —llora y él rey se acerca a consolarla— No debí separarla por muy pequeña que fuera

— Hiciste lo correcto —besa su frente— Ella es fuerte, tú la convertiste en lo que es, una mujer fuerte y valiente —se abrazan

(Tribu de los Canes)

Garath llega al encuentro con su antiguo maestro y actual miembro del consejo de la tribu, el viejo chamán Magnus. Este lo mira con el rostro de desaprobación por sus más recientes desiciones.

— El consejo teme a que la maldición empeore con la llegada de la humana —habla una vez que el líder toma asiento en la pequeña sala de la cabaña rústica que guarda y cumple con las antiguas tradiciones ya que el anciano está en contra del desarrollo y cambio- Sabes que no apruebo en absoluto esta aberración de profanar nuestras tierras con ese ser Gartah -lo mira mal

— Es ella —el chamán lo mira confundido— Es la pequeña que encontré hace años en el viejo mundo —confiesa y mira al suelo apoyando sus codos sobre sus rodillas

— ¿Has traído la fuente de la maldición a la tribu Garath?, ¿Cómo has podido? —lo regaña

— No es ninguna maldición, solo una alianza que cumpliremos esta misma tarde al enviar allá a mi hermana —se pone en pié decidido— Es tiempo que carguemos con nuestros pecados y dejemos de inventar mitos para justificarlos, el desarrollo es inminente hace tiempo aunque intentes mantener absurdas costumbres —habla enojado— Quienes cargan con mis demonios es porque han querido hacerlo, no quiero discutir nuevamente este tema —sale de allí dejando a su maestro atónito. Dándole un motivo más para odiar a la humana, pues jamás le había hablado de esa manera.

A la salida del líder de la cabaña, el hijo mayor del chamán y uno de los mejores luchadores de la tribu sale de su escondite...

— Escuchaste lo que dijo ¿Verdad? —el muchacho asiente— Vigila a la humana, no voy a permitir que arruine lo que creamos hace tanto con esfuerzo y sangre.

— No me gusta esa idea —protesta

— No te he preguntado, hay que cuidar a la Tribu y Garath nos dejó en claro que le importamos muy poco

— Es una simple humana padre, no causará problemas, el tiene razón, ya no aparentando ser tan salvajes —juega con una navaja

— Pero aún lo somos, estamos malditos, conectados con la naturaleza. Y me encargaré de que eso se mantenga.

Una semana había pasado, Ámbar sentía que iba a enloquecer, no hablaba con nadie, las ninfas no la miraban, y las otras Daras aprovechaban cualquier oportunidad para molestarla siempre y cuando Mara no estuviera cerca. Ella lavaba, limpiaba cada habitación menos la de Garath quién nunca estaba en el castillo y aún no la había autorizado. Algunos de los guardias se le quedaban viendo hacer sus labores y les llamaba la atención. Las daras eran mujeres celosas y crueles. Demonios con caras de ángeles. Envidiaban a las ninfas cautivas e incluso, la envidiaban a ella.
Sus manos seguían suaves pese al trabajo, su cuerpo estaba cansado y necesitaba alimentarse mejor. Acostarse tarde y levantarse a primera hora de la mañana la tenía exhausta. Quería un descanso. Tomó una canasta y sin permiso fue al bosque a por fruta, había ido un par de veces con las ninfas y de paso se refrescaba en el lago. Ésta vez sería ella y sus pensamientos.

Ámbar {La maldición del guerrero híbrido} 🔹EDICIÓN Y CORRECCIÓN🔹Kde žijí příběhy. Začni objevovat