Día 35

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Ingresó por la puerta para dirigirse directamente a la mesa que desde hace semanas ha utilizado en la cafetería. Antes de llegar a su destino, un color verde profundo se atravesó en sus pupilas por segundos.

Ella ha hecho lo mismo, lo ha mirado desde ese incidente del café. Se le hace un lindo gesto que aún la recuerde. Ha notado cómo mira hacía su dirección desde hace días atrás. Cómo la miraba a ella. Cómo lo hacía en ese preciso momento. Al darse cuenta comenzó a sentir un hormigueo en su estómago y trató de esconderse de esos penetrantes ojos verdes tras su largo cabello, para luego recordar su tontería de no llevar fleco desde hace años. Al sentarse tomó su libro y bajó su mirada, tratando de cubrir inútilmente su ya teñido rostro. Pudo notar cómo él se asombró ante dicho acto. Suele ser inexpresivo, pero ella ha aprendido a leer su rostro y cuerpo e interpretarlo. Volvió a subir su mirada y sus ojos ya no estaban en ella, observaban hacia el ventanal a su lado mientras daba un sorbo a su café. Pero la punta de sus orejas se tornaron de un color rojizo ardiente, parecieran quemar si ella se atraviese a acercarse a él e intentara tocarlas. Estaba avergonzado también.

—Lindo...

Lo admiró por última vez. Debía detenerse. No podía permitirse esto. Recordó su realidad. Su mirada regresó al libro que se encargaba de ocultarla y se volvió sombría. Su corazón estaba agitado, miró de reojo su mano izquierda mientras respiraba lentamente. Se repetía así misma un tipo de mantra. Debía parar si no quería salir lastimada, de nuevo.

—Azar, no puedo hacerlo...

Cuando buscamos la verdadera felicidad Where stories live. Discover now