Día 71

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Jason llevaba casi un mes hospedado en el departamento de su hermano. Durante su estadía han sido días malos, algunos peores y otros insoportables. Damian nunca se había comportado tan insufrible cómo estos días, ni siquiera cuando recién llegó a la mansión después del lamentable deceso de Talía. Y sabía que la discusión con Bruce no era motivo de ello. Tenía ese don de descubrir siempre lo que ocurría con la gente a su alrededor. No era el mejor o más rápido, si se comparaba con Tim o Dick, para resolver problemas. De hecho, era él quien los iniciaba la mayoría de las veces pero, si algo tenía, era esa empatía hacia las personas, y más hacia el pequeño demonio. Compartían más de lo que creía y por ello no fue complicado encontrar una respuesta a su inestable y mal humor.

El aprovechó el momento en el que se encontraban ambos en la sala (y en el que el demonio estaba calmado) para tocar el tema.

—Es una chica, ¿no es así?—dejó escapar sin rodeos, esperando alguna reacción que evidenciara al ojiverde.

—¿Qué? Yo, no, es decir...¿Cómo demonios...—la pregunta lo sorprendió de sobremanera. No pudo terminar una sola frase.

Sí, definitivamente era una chica.

—A...¿A qué se debe tu pregunta, Todd?-pudo por fin preguntar de vuelta, reflejando curiosidad.

Bien. Había logrado llamar su atención hacia el tema.

—Tienes un humor insoportable, más de lo tolerable.

"TT"

—El hecho de verte aquí a diario. Ese es un motivo de estar de mal humor.

—Tranquilo enano. Sabes, yo pasé por lo mismo que tú. ¿Recuerdas cuando Tim y yo nos golpeamos escalera abajo mientras Dick trataba de separarnos y en el camino rompimos aquel costoso jarrón de colección de Bruce?

—Si, recuerdo que Alfred los castigó por tres meses por ello—respondió con una sonrisa de lado.

Cómo olvidar ver a sus hermanos castigados bajo la mano dura de Alfred. Habían sido de los meses más satisfactorios de su vida

—Bueno, en aquella ocasión sobrellevaba una decepción amorosa. Y no ayudó mucho que Tim tomara mis galletas del refrigerador. Aunque, ahora que lo pienso, creo que fue más por las galletas que la decepción.

—Eres un idiota, Todd.

¿A qué quería llegar con esto?

—El detalle aquí es que, puedo ayudarte con ello.

—No lo necesito—respondió con rapidez.

—¿Es alguien que conozco? ¿O es acaso la chica que has estado dibujando?

Sus ojos lo miraron, asombrado ¿En qué momento lo notó? ¿Era tan obvio?

Y sí, lo era, y más al tener entre sus cuadernos de bocetos uno especialmente con ella plasmada en cada una de las hojas utilizadas. Casualmente, Jason había tenido la fortuna de hojear y averiguarlo (sin el permiso de su hermano menor, claro está).

Para cualquier persona podría considerarse algo extraño, e incluso intensa, la forma de comportarse de él. Sin embargo, debido a la forma de crianza que cargaba y ser un estreñido emocional como su padre, se podía dar cuenta que era algo serio y sincero lo que sentía.

Damian estaba enamorado.

—N-no, y...ni siquiera yo la conozco mucho. Frecuentamos una cafetería cercana desde inicios de año. Pero solo he cruzado una vez palabras con ella.

Y Jason pudo descifrar todo rápidamente.

—En todo el tiempo que llevo aquí no has salido mucho.

—¿Y?—respondió de forma cortante. Quería dar fin a esa conversación.

Cuando buscamos la verdadera felicidad Where stories live. Discover now