Día 65

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Rachel detuvo su lectura para mirar de nuevo el reloj de la cafetería, confirmando su ausencia el día de hoy. Son las 11:30 a.m. y no había señal alguna de que visitara el lugar.

Incluso había cambiado sus horarios de visita a la cafetería la última semana pensando que así podría por fin coincidir con él, pero también ha fracasado.

¿Se habrá aburrido de venir?

—Aquí está su té.

Los chicos del establecimiento han notado la ausencia del petirrojo también desde aquel día que abandonó repentinamente el lugar. Se han percatado también de la manera en que la chica cuervo viene ahora casi a diario con la esperanza de encontrarlo de nuevo. Su rostro ha vuelto a tener aquel semblante decaído que cuando comenzó a visitar el establecimiento y aquellas manchas oscuras debajo de sus atractivos ojos.

—Y...esto es cortesía de la casa.

Hoy su pedido fue decorado especialmente pensando en ella. Su té con flores de lavanda flotando y a su alrededor, acompañado de una tierna galleta de un gato gruñón que les recordó al petirrojo.

—Creo que te gustará. Provecho.

—Te lo agradezco.

Observa la galleta y una sonrisa se dibuja en su rostro. También le recuerda a él. Sobre todo en las ocasiones que se muestra concentrado trabajando en su portátil. Realizando ese ceño fruncido en su frente mientras maldice en voz baja el nombre de un tal Timothy o suspira pronunciando padre.

Da un mordisco a la galleta, pero su sabor no le ha provocado nada. Es igual a todas las que ha probado últimamente. No tiene ese toque especial a las galletas que le han obsequiado semanas atrás. Las que aún sospecha que él le ha obsequiado.

—Esto se ha convertido en un jodido problema—expresa con cierta ironía mientras vuelve a dar otro bocado a la galleta.—Ya ninguna galleta me sabe igual.

Sus pensamientos se desvanecieron al sentir la vibración que provino de su bolso. Observó el nombre de quién le había mandado el mensaje y volvió a sonreír. Tenía tiempo sin saber de su amiga Kory.

Kory: ¡Querida! ¿Qué tal todo por allá?

Rachel: Genial. Siempre hay algo que hacer en la ciudad. ¿Qué tal te ha ido en Florida?

Kory: Excelente, las sesiones no terminan y eso me ha hecho que mi trabajo se conozca más.

Rachel: Me alegra leer eso. Eres grandiosa en lo que haces.

Kory: Y...¿Te has acostumbrado a tu nueva vida?

No...

Rachel: En eso estoy aún. Han sido muchos cambios y experiencias nuevas.

Kory: ¿Cómo lo ha tomado él?

Ausencia.

Rachel: Bien, aunque sabes que el trabajo lo consume.

Se maldijo en la mente por exponer tal hecho. Pasaron varios minutos antes del siguiente mensaje. Sabía que Kory sospecharía y se preocuparía.

Kory: ¿Hay algo que quisieras contarme?

Rachel: No en realidad. Todo está cómo debería estar.

Pero su mirada viaja a la mesa vacía a metros de ella.

No, no todo está cómo debería de estar.

Kory: Sabes que puedes confiar en mí, Rachel.

Creo que lo extraño...

Y de nuevo debe repetirse a si misma que eso debe parar. Y nada de lo que pueda atravesarse por su mente, nunca podrá ser posible. Ella está...

Rachel: Nada. Todo es grandioso. Estoy esperando ansiosa a que vuelva a casa terminando su próxima competencia.

Pero es una vil mentira que se repite. No es a quien realmente espera ver pronto.

Kory: De acuerdo. Cualquier cosa sabes que puedes contactarme. Espero volver en unos meses a San Francisco. Oh, la sesión está por comenzar. Te mando un abrazo. ¡Te extraño!

Rachel: Y yo a ti, Kory.

Un fuerte suspiro salió de sus labios mientras su mirada volvió al libro entre sus manos, donde aquel resplandor dorado de su dedo anular llamó su atención.

—Tal vez él ya se dió cuenta por fin. Y es lo mejor.

Con una mirada triste continuó con la lectura que había dejado pendiente.

Kory leyó su último mensaje sonriendo, tal vez su preocupación por ella era exagerada. Bloqueó su celular y lo colocó en su bolso, poniéndose de pie ante el llamado de la asistente para iniciar la sesión de fotos. Antes de abandonar el camerino, enfocó su vista al ignorado televisor de la esquina. Habría ignorado la nota deportiva, sino hubiera sido por aquél sonriente joven en la pantalla y el titular escrito.

"Rompe, joven proeza, récord mundial en carrera de velocidad, en Italia".

Su semblante cambió a uno de preocupación.

—Rachel...

Cuando buscamos la verdadera felicidad Where stories live. Discover now