Capítulo 10||"Las cosas como son"

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Acomodé mi falda antes de cruzar las puertas de la universidad con una mano, ya que llevaba un cuaderno en la otra. Por la tarde iba a rendir un examen y llegué buscando un clima académico para poder terminar de repasar todo. Necesitaba aumentar mi nota y pasar ese maldito ocho.

Mientras esperaba en la fila para pedirme mi café, recibí un mensaje de Newt. Hace una semana de esa noche y puede que me encuentre en la etapa de encaprichamiento inicial. Una sonrisa boba se posó en mis labios con solo leer un buen día de su parte. A decir verdad, me encantaba como Newt me trataba y como esa era su personalidad, no muchos hombres hoy en día saben cómo tratar a una mujer.

Beck y Etta estuvieron molestándome todos los días respecto a él. Los entiendo, nunca habían visto a su amiga en esa situación y creo que su cerebro al enterarse entró en cortocircuito. Le dieron mucha importancia al asunto, cuando Newt ni yo le pusimos una etiqueta todavía...llevamos una semana ''juntos'', no quiero apresurarme en nada.

Noté que todo esto, el cambio que tuvo en mi vida no me afectó como creí que lo haría. De todas formas, me gusta lo nuevo que generó en mí, de repente me vi prestando más atención a mi imagen algo que no era que antes no hacía, sino que no me importaba demasiado.  Mis estudios se mantuvieron estables y no vi un cambio en ellos.

No quería pensar demasiado en el temita relacionado a Eros, porque no quise profundizar sobre la pelea del otro día. No iba a arruinar mi humor, no había sabido nada de él durante estos días y esperaba que se mantuviera así. El problema era que el viernes teníamos que entregar el trabajo de esa clase para conseguir créditos y mi mente quería evadir esa situación.

Finalmente pude entrar en la biblioteca con mi café helado y me posicioné juntó a una ventana, donde el sol podía pegarme en la cara e iluminar los textos que debía leer. Y fue así como me concentré en eso, por las próximas dos horas.

Mi cabeza durante ese tiempo giraba entre palabras y conceptos. Tanto del examen que iba a rendir como de las otras tantas materias en mi carrera. Sé que esto puede considerarse como una sobre exigencia, pero personalmente es mi rutina diaria. No puedo pasar un día sin leer algo relacionado a los estudios, es mi forma de manejarme.

Lo importante era mi organización y es lo único que sigo en esta vida.

[...]

—¿Es necesario que lo haga, ahora? Acabo de salir de un examen, necesito al menor dormir quince minutos—le dije a mi madre, a través del teléfono. Me había llamado muy nerviosa, porque necesitaba mis avances acerca del tema de Italia.

—¡No hay tiempo, Amaris!—me gritó ansiosa y yo me detuve frente a mi casillero, casi estrellando mi cabeza en él. Busqué controlar mi respiración y cerré mis ojos—¿Amaris? ¿Sigues ahí? ¿Hola?

—¡Vale!—grité, elevando mi voz. Olvidando por un momento donde me encontraba. Bajé el tono y abrí el casillero para tomar mi computadora y así poder irme—Vale...ahora iré y terminaré lo que necesitas.

—Mejor así, hija. Sé que puedes hacerlo—me dijo, ahora más tranquila.

—Nos vemos mamá—decidí cortarle, porque literalmente no estaba de humor. El examen había salido bien, pero me había desgastado completamente.  No estaba entre mis planes este trabajo, por eso mis nervios se aumentaron al igual que mi fastidio.

Mi cabeza dolía, había dado lo mejor de mi y esperaba que mi nota aumentara. Porque si no lo hacia ya no sabia que más hacer.

Emprendí el recorrido hacia la salida buscando mis gafas en mi bolso, porque necesitaba descansar al menos la vista. Logré ver a Etta y Beck, pero solo pude saludarlos a la distancia. Matthias me esperaba en la puerta de la universidad y no tardó nada en llevarme a mi apartamento.

Eclipsados © 1ºDonde viven las historias. Descúbrelo ahora