Lagunas ; Quackity | Karmaland & DSMP |

Capítulo 1. Un nuevo comienzo

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Con cada golpe que recibía, escuchaba dentro de su cabeza como cada vez más algo se fragmentaba, su visión se nublaba con cada punzada de su cerebro y sus ojos se quedaban perdidos por segundos, provocando que no lo diera todo en la batalla.

Su mente comenzaba a agrietarse, perdía la noción por unos momentos para después recordar que estaba luchando contra un arcángel.

—¡Muchacho, ten cuidado!—

Levantó la mirada rápidamente cuando desde arriba una gran sombra lo cubrió, percatándose que una majestuosa figura, luciendo imponente y elegante, se encontraba a escasos centímetros de él, con su lanza dorada en el aire listo para atravesar su cuerpo.

Las pupilas de Quackity se contrajeron al mirar fijamente la punta de la majestuosa lanza, que brilló con un destello de luz cuando bajó en un movimiento rápido, dispuesto a acabar con él.

Por el shock, las piernas no le respondieron, quedando inmóvil esperando nuevamente su muerte, sin embargo, la carne de Quackity no fue la perforada, sino un filete que fue arrojado entre ambos que, por muy extraño que suene, hizo que el arcángel se desviara para atacarlo como reflejo al aparecer de imprevisto.

El arma divina clavó el pedazo de carne frío en el suelo, provocando que las personas a su alrededor fueran arrojadas al aire cuando el suelo se levantó ante el impacto.

—¡Buena esa, Rubius! ¡Jaja!—

Quackity finalmente salió de su transe al escuchar el alardeo de los otros, tuvo un dolor de cabeza ante el repentino regreso de su razón.

Se atragantó con su propia saliva cuando se dio cuenta que estaba a varios metros del suelo, aunque pronto la gravedad hizo su trabajo y comenzó a caer junto con trozos de mármol.

 Cuando caía, logró notar el temblar de la lanza de oro aun clavada en el suelo, siendo sujetada con fuerza por el indignado arcángel, que en un rápido movimiento tomó ahora su gigante espada y apuntó a Quackity.

Ya que había salido del shock, el chico en un movimiento sacó su espada del cinturón y bloqueó, tomándola de extremo a extremo, provocando que la punta de la espada divina aterrizara en la mitad de la hoja turquesa.

Sin embargo, una espada pequeña no era digno rival de una espada de los cielos y el arma de Quackity se partió en dos, saltando fragmentos de la hoja por el aire, provocando que la mente del chico nuevamente se fragmentara como aquellos trozos de espada.

Sus ojos se perdieron por un momento en aquellos fragmentos que reflejaban su rostro desde diferentes ángulos. Como si el tiempo se hubiera detenido por unos instantes, Quackity pudo ver su reflejo, pero con una expresión distinta a la que tenía en ese momento.

Su yo dentro de la espada era un rostro deplorable, totalmente lamentable, cansado, furioso y desaliñado. Era inevitable ver las múltiples heridas en todo su rostro, mucho menos la gran cicatriz que atravesaba su ojo izquierdo, ciego por esta misma razón; su cabello desordenado se pegaba en su piel ante la sangre seca, sus dientes se apretaban con fuerza ante la rabia y sus ojos con las esquinas rojas estaban bien abiertos, mostrando una intimidante mirada asesina.

Quackity quedó perturbado por lo que estaba viendo, claramente no lucía así ahora mismo, ese no era él ¿Verdad? No era una persona intimidante como se mostraba en los fragmentos de su espada ¿O sí? Ese no debía ser él, de ninguna manera...

—¡Chico! ¡Cuidado!—

Una vez más el tiempo a su alrededor volvió a la normalidad, pero no pudo reaccionar de inmediato. Aunque pudo impulsarse ligeramente hacia atrás, la espada se deslizó para alcanzarle y se clavó en su pecho, atravesando su cuerpo hasta mostrar la punta sobresaliendo de su espalda.