Capítulo 3. Mente perturbada

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Si Karmaland era un radiante pueblo durante el día, con una agradable y hogareña energía que animaba a todos dentro de sus terrenos, al caer la noche era un caso diferente.

La luna era tenue debido a que las nubes la cubrían gran parte del tiempo para no permitir resplandecer su luz, dando paso a infernales criaturas que proclamaban la noche como suya ante la oscuridad en la que Karmaland se sumergía. Aunque era difícil ver a los seres que acechaban en las sombras, estaba claro que parecían salir de las pesadillas de la gente, sus aspectos y comportamiento atemorizaban a los pueblerinos, obligándolos a correr a sus casas cuando el sol se oculta.

Eso cambió, pues ya podían dormir plácidamente debido a un grupo de jóvenes que velaba por sus sueños, acabando con cada criatura que tuviera la audacia de poner un pie en su pueblo. Sin embargo, la gente parecía olvidar que también eran humanos igual que ellos, con miedos y preocupaciones, siempre al borde de la muerte para la protección de otros.

Quackity estaba asustado, avanzando con cautela y con cada paso lleno de inseguridad. Ante un mínimo ruido, giraba su cabeza bruscamente buscando el origen, apretando con fuerza los tirantes de su mochila.

Apretó sus labios en una línea recta, maldiciendo en su interior por haber obedecido en venir, siendo que justo ahora podría estar haciendo el tonto y durmiendo en algún rincón del pueblo, en lugar de caminar por el tenebroso bosque, donde criaturas acechaban escondidas en la naturaleza.

Quackity caminaba con cautela, siendo obligado por Lolito que "le cuidaba la espalda", pero en realidad, lo amenazaba con un objeto afilado; el pelirrojo le había recordado que era muy ruidoso, que no tenía cuidado y sólo traía caos en cualquier lugar que estuviera. A pesar de que Staxx pensó que las palabras de Lolito eran exageradas, Quackity no fue nada cauteloso al principio de la misión, atrayendo a una horda de monstruos de la que tuvieron que escapar.

Staxx y Rubius iban a la cabeza, asegurándose de que ninguna criatura les atacara, siendo ignorantes de que Lolito estaba molesto con Quackity por su falta de profesionalismo, obligándolo a comportarse.

La noche ya había avanzado lo suficiente, el grupo logró abrirse paso en un espacio más despejado después de que todos los monstruos fueran atraídos al pueblo, pero aún mantenían su cautela ya que una que otra criatura todavía rondaba por allí.

Tenían cuidado con esquivar a cada ser que se les atravesara, pues el fin era explorar, no luchar.

—Aquí es un buen sitio para descansar un rato— dijo Rubius, limpiando un poco de sudor de su frente. —Podemos hacer una pequeña fogata y calentar lo que haya traído Quackity—

—¡¿Qué?! ¿Por qué les voy a dar mis cosas? Estás pendejo—

—Ostia, tengo sed— Lolito tomó de la botella de agua que hurtó de la mochila del chico.

—¡Oye!— se giró para confrontarlo, pero ese descuido hizo que Staxx también hurgara dentro de su mochila, tomando algunos aperitivos. —¡Basta!—

—Vamos, Quackity, nos lo debes por provocar que un montón de bichos se nos fueran encima— reclamó Frank.

Apenado y resignado, Quackity guardó silencio, ayudó a su grupo a prender el fuego después de recolectar pequeñas ramas y hojas secas.

Una vez establecidos, comenzaron a comer de la comida que Luzu había preparado. Quackity masticaba unas gomitas que mejoraron su estado de ánimo, mientras escuchaba a los otros tres charlar.

—¿Eso te dijo Merlón?— Rubius abrió los ojos con sorpresa. —Wow, pero si tenemos buenísima química, pensé que habías estado con nosotros en el Karmaland anterior—

Lagunas ; Quackity | Karmaland & DSMP |Where stories live. Discover now