Capítulo 2. Joven y distraído guerrero

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Sin querer tomarle importancia al ruido de afuera, Quackity se acurrucó en las colchas haciéndose bolita, suspirando cómodamente cuando comenzó a despertar sintiendo la brisa que entraba por la ventana abierta. Abrió los ojos con pesadez, sin miedo a despertar en un plano diferente, pues ya se había olvidado del trauma con el pasar de los días, sólo vio la misma ventana que daba vista a un bello campo con gran variedad de hermosas flores.

A pesar de muy lindo paisaje, Quackity tomó su almohada y rodó sobre la cama, dispuesto a seguir soñando, pero el delicioso aroma espantó sus ganas de dormir y en cambio hicieron mover sus tripas. Sus ojos se abrieron grandes al notar en la mesita de noche un plato de comida junto con una pequeña nota que ponía "Arriba, Quacks, los chicos se molestaran si no madrugas y llegas tarde".

Quackity tomó rápidamente el plato, mostrándose totalmente ansioso como si la comida fuera a escapar de sus manos, devoró las tostadas y huevos en menos de un pestañeo. Ni se había percatado que el platillo ya estaba un poco frío, se centró en degustar la comida casera.

Ya espantado su sueño, pegó un brinco de la cama y estiró sus extremidades, cambió su pijama por su habitual conjunto, el cual había sido lavado y doblado para él, dejándolo junto a la cama.

Quackity se alistó demorándose unos minutos más, siendo más lento de lo usual ya que se había obligado a despertar más temprano. Sentía sus ojos lagrimear y no paraba de bostezar, pero no se quejó, ya que se había desvelado saliendo a jugar con Rubius y Alexby durante la madrugada, durmiendo pocas horas.

Arrastrando los pies, fue hasta la salida de la pequeña cabaña y abrió la puerta, siendo recibido por la brisa fresca del campo y los ruidos de la gente comenzando sus labores. Tomó con pereza la espada que colgaba en la entrada y abandonó su hogar temporal, para iniciar él también su jornada, o al menos eso intentaría...

El chico tenía la mala costumbre de querer hacer algo, pero siempre se distraía con cualquier cosa que no fueran sus labores de guerrero. Le había prometido a Luzu la noche anterior que se reportaría lo más temprano posible para que no le llamaran la atención por quinta vez en la semana, así que iba con el ceño fruncido, fulminando al ayuntamiento al final de la calle, concentrado en él para que nada más lo distrajera.

La gente le miró raro por la expresión graciosa de concentración que llevaba Quackity en la cara, más nadie dijo nada dejándolo ser. Sin embargo, hubo a alguien que no le importó interrumpirle.

—¡Quackity! ¿No piensas recoger tu pedazo de tarta?—

El nombrado paró abruptamente y se giró hacía la voz femenina que le llamaba, sus ojos se desviaron a la entrada del pequeño restaurante donde una chica castaña le sonreía. La mente de Quackity olvidó todo lo que tenía que hacer y se desvió al lugar donde le ofrecían comida.

Un grupo de hombres maldijo por lo bajo y un par celebró, pues habían apostado que tanto tardaba el joven en desviarse de sus labores, no imaginaban que fuera casi enseguida de abandonar su cabaña.

—¡Hola, muchacha!— Quackity saludó con ánimos, pensando más en tarta que en otra cosa. —¿Cómo estás?—

—¡Bien, bien! Estás muy temprano hoy— la chica entró al restaurante mientras hablaba con Quackity.

—Al que madruga, dios lo ayuda—

—Nada de eso— la voz de una mujer adulta resonó desde la cocina. —Mi niña, no vaya a darle nada de tarta a ese jovencito—

—¡¿Qué?!— Quackity preguntó indignado. —¡¿Por qué?!—

—Ese jovencito Vegetta me dijo que nada de tarta, te la daremos hasta que hayas terminado todas tus tareas del día— la mujer salió con sus manos en las caderas para ver a ambos jóvenes. —Luzu igual, dijo que sería tu castigo si te seguías distrayendo—

Lagunas ; Quackity | Karmaland & DSMP |Where stories live. Discover now