Nudo

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Naruto lo dejó en su casa, y se despidió saludando con la mano hasta la vuelta de la calle; tuvieron cuidado de esquivar la casa del vecino, por precaución. No hubo más conversación en el camino que una seria discusión sobre las embarcaciones hundidas; Naruto no dejaba de afirmar lo divertido que era manejar un barco a control remoto, y Sasuke no dejaba de encontrarle utilidad cero. También comento que tendría más sentido para él si sirviera para transportar cartas, o llevar comida a las aves que habitaran una isla como en el país del agua. Ambos estuvieron de acuerdo, sin embargo, que el chico que chocó los dos barcos era un pésimo conductor.

Sasuke esperaba que, de adulto, no intentara tener un auto.

¿Qué te pasó? –preguntó su madre a penas le vio. Hasta ese momento Sasuke ni siquiera fue consciente de su apariencia; la verdad es que, con la ropa y el cabello lleno de tierra y las piernas verdes no podía parecer otra cosa que andrajoso. Ella corrió hacia él y le tocó suavemente los brazos –¿Te hicieron algo? –

Sólo... jugamos –dijo cuidadosamente. Le costó sostener la mirada ante su madre, pero Sasuke no era idiota... si le comentaba que habían roto el vidrio del vecino, habían terminado escondiéndose en el mercado y habían terminado mirando nubes en el lago no lo dejaría salir hasta que fuera adolescente. Y Naruto le había dicho... que bueno, que se veían otro día.

Y por tonto que pareciera, a Sasuke no le pareció mal juntarse con él.

Está bien, no pareces herido –Dijo ella, aunque tenía una ceja alzada. Esa misma que usaba cuando Itachi comía afuera para no cenar bistec y no quería admitirlo. Sasuke valientemente fingió que no había notado su ceja alzada y dirigió su mirada hacia el pasillo –Pero deberás tomar un baño

Gracias mamá– dijo él, un poco aliviado. A Sasuke le encantaba estar limpio. Y no había otra forma mejor de terminar el día que tomando un buen baño de agua caliente, colocarse el pijama y leer en su habitación.

Por supuesto que se equivocó.

Le costó bastante sacarse lo verde de sus piernas –su piel estaba ligeramente irritada–

No se puso el pijama –era muy temprano –

No pudo ir a leer a su cuarto –su madre le puso a pelar guisantes y a preguntarle sobre su día–

Y tampoco pudo comer tomate –ella no quiso. O le estaba castigando, o le estaba torturando (ambas)–

Pero tampoco fue tan grave. Pudo soportarlo, porque se estaba portando bien en ese momento y se veía bien, entonces estaba siendo un buen Uchiha.

Claro, hasta que llegó su papá.

Sasuke –dijo, en un tono de voz que no tenía nada que ver con lo usual. Era el mismo que usaban para regañar a Itachi cuando comía afuera por no querer bistec. Y ahora, dirigido a él. –El señor Tanaka afirma que necesita hablar conmigo sobre un vidrio roto y sobre tus juntas –detrás de él se encontraba el vecino, 'desgraciado' según Naruto, con una expresión que nada tenía que ver a la de la tarde, cuando trató de golpearlos a ellos. Y tampoco traía el palo. Actuaba tan diferente que le costó asociarlo con la misma persona que le había perseguido casi el sector comercial entero.

Oh señora Uchiha, ¡Que alegría de verla! –dijo sonriendo, como si el mencionarle a su padre tal bomba no fuera nada. Sasuke arrugó el entrecejo inmediatamente, no queriendo aceptar que aquel nudo que comenzaba a formarse en la garganta era a causa de lo de hoy.

Señor Tanaka –saludó ella, inclinando levemente la cabeza. Pero no sonrió. Su padre, tras una mirada dura condujo al vecino hacia su estudio y cerró la puerta. Su madre inmediatamente dirigió una mirada hacia él –¿De qué vidrio está hablando?

¡Es culpa de su aroma!Where stories live. Discover now