Rumores

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Pasó durante el almuerzo.

Había decidido por cuenta propia, que era demasiado pronto como para volver a un deporte del que había dejado hacía al menos dos años. Pero podía entrenarse en los movimientos básicos, en su casa, y podía salir a trotar para volver en forma. Y a pesar de que Itachi no estuvo de acuerdo con lo segundo, dado su evidente problema, si le sugirió el utilizar la escuela para ello. No era una mala idea, considerando que las lluvias no le permitirían salir a ejercitarse, aunque fuese un beta.

Pensó bastante en si comentarle o no a Naruto, decidiéndose por hacerlo en el último momento. Después de todo, conocía al rubio lo suficiente como para saber que le fastidiaría si se enteraba que Sasuke tomaría el metro cuando no había casi ninguna persona –algo bastante absurdo. Pero hacía años que ya no cuestionaba la cordura de Naruto. Era una tremenda pérdida de tiempo– sin decirle primero. Lo que si le sorprendió es que se autoinvitara y estuviera frente a la estación en el horario acordado.

–¿En serio quieres venir todos los días? –preguntó Sasuke, en el metro. Por sorprendente que pareciera, habían encontrado asientos y un buen espacio para pararse con tranquilidad, algo que no podrían aprovechar dada la cercanía de la escuela. Sólo estaba uno que otro trabajador. Naruto, agarrado al tubo e intentando despertar, soltó un gemido.

¿Vendrás todos los días? –preguntó él en respuesta, haciendo tal cara de mortificación que le dio un poco de pena. Sasuke arrugó la nariz, maldiciendo internamente su debilidad por aquel tonto.

Dos veces a la semana. Y un sábado antes del medio día –anunció, bufando. Naruto pareció de mejor humor cuando se bajaron del metro y al menos, no se quejó más de lo necesario camino a la escuela. Sasuke lo agradeció, considerando que él también tenía sueño y su genio no era el mejor por las mañanas.

Hasta ese momento, todo bien. Dieron vueltas a la cancha, iniciaron una no-amistosa competencia de atletismo que terminó cuando Naruto recordó que no había hecho los deberes de matemáticas, así que decidieron bañarse y volver a la sala de clases. Incluso mejoró su humor un poco, algo que le sorprendió –eso, o estaba tan cansado que prefería no pensar en nada–.

Naruto alcanzó a hacer los deberes antes de que llegara el profesor, y la mañana pasó sin precedentes. Había traído un almuerzo helado, por lo que no era necesario salir antes para hacer fila en el casino y calentarlo, lo que hizo que su temperamento fuera aún mejor. Mientras menos personas tuviera alrededor, habría menos Alfa molestándolo.

Y con la perspectiva feliz de poder disfrutar sus alimentos en paz, llegó la hora de la comida.

Naruto se retrasó debido a los deberes de biología pésimamente terminados, por lo que tuvo que adelantarse a la azotea. No había quedado con ninguno de sus otros amigos, por lo que se encontró recorriendo los pasillos en solitario. No le habría sorprendido el tenerlos ahí de sorpresa, pero no solían salir muy a menudo a comer afuera en otoño. A Sasuke le gustaba sentir el viento en el rostro antes de que las lluvias comenzaran y fuera de sus quejas usuales, el rubio aguantaba bastante bien el frío.

Sintió que respiraba por primera vez en aquel día cuando el viento le llegó al rostro.

Como había predicho, era el único que se encontraba en aquel lugar, por lo que pudo elegir un buen asiento para leer mientras esperaba. El dobe no se demoraría demasiado en sus deberes, no con la perspectiva de poder comer su tonto ramen instantáneo. Reclinado en un asiento improvisado de cara a la puerta, Sasuke se limitó a abrir el bento y comer un poco. Naruto podría verlo en cuanto abriera la puerta y no estaría fastidiándole en exceso con el viento, aunque si con la comida. Pero no era importante. Sasuke no era un buen amigo, y mucho menos uno considerado que esperaría a un vago que olvidó hacer sus deberes por estar jugando.

¡Es culpa de su aroma!Where stories live. Discover now