CAPITULO 15: "LA AGONIA DE ASIS 2DA PARTE."

16 6 1
                                    

—Has traído a nosotros un arma mística. — comentó Stephan.

—Al menos eso ya no tendré que buscarlo. — pronunció.

La reina de las Hadas levantó el maso y lo golpeo fuertemente contra el suelo provocando un fuerte temblor en toda el área.

Los seis hechiceros que allí se encontraban no parecían inmutarse para nada. La reina de las hadas alza el vuelo arremetiendo contra ellos con todas sus fuerzas.

Pero esto no es suficiente para ellos, uno de los hechiceros la toma del cabello y con un fuerte tirón la hace retroceder, ella se frena y se lanza contra él, pero otro de ellos usa su magia y hace que ella se hunda en una trampa de arenas movedizas.

La reina Hada comienza a mover sus alas hasta que logra salir de la trampa, seguidamente usa el poder del maso y altera la gravedad que es ejercida sobre ellos y esto los hace mucho más pesados.

—Ingenua, esto no nos va a frenar. — aseveró uno de los hechiceros.

Controlando el espacio se transportó detrás de ella y le dio una fuerte patada que la tumbo al suelo.

Rápidamente se incorporó, pero otro de ellos con gran habilidad le apuñalo por la espalda a la altura de los riñones lo que la dejo muy mal, tanto que esta calló de rodillas.

Stephan se acercó a ella, puso su pie izquierdo sobre su espalda y tomó con fuerza sus alas.

—Las alas mi querida amiga, son un símbolo de libertad. — comentó él, —Las aves, por ejemplo, son libres porque no hay nada que les frene. Van y vienen de donde se les antoje. Sobre vuelan los cielos sobre nosotros. — profirió.

—De... ¿Qué estas hablando? — preguntó la reina Hada.

—No las paran los vientos, ni los valles, ni la montaña. Tampoco el fio o el calor. —prosiguió Stephan.

—Sólo los dignos somos libres. — dijo mientras sus ojos la miraban con frialdad.

Ella comenzó a sentir como él ejercía fuerza con su pie mientras tiraba de sus alas con sus brazos.

—¡No! ¡Por favor espera! — gritó mientras las lagrimas destilaban de sus ojos.

Él se detuvo por un momento, ella podía sentir su corazón, parecía que estaba a punto de estallar.

Stephan soltó una sonrisa sínica y llena de deleite al verla tan impotente. Tiro con todas sus fuerzas y se oyó un crujir seguido por un grito desgarrador.

Los otros catorce miembros del sol negro, volaban hacia el centro del continente en el cual se encontraba la esfera del alma, la misma era protegida por los elementales los espíritus y dioses de la naturaleza y la magia humana.

A lo lejos podían apreciar el árbol madre, un gran árbol de novecientos ochenta y dos metros de altura por cuarenta kilómetros de diámetro. Este podía apreciarse desde la lejanía en dos continentes diferentes.

Los hechiceros descendieron a unos quinientos metros de distancia del árbol madre, frente a ellos se encontraba un gran arco de roca pulida custodiada por ocho feroces licántropos.

—Hijos de la tierra, déjennos entrar. — les demandó uno de los hechiceros llamado Bernabé.

Los licántropos no retrocedieron, si no que mostrando sus temibles dentaduras gruñían y se agitaban listos para atacar.

—Bueno, entonces ¿Así es cómo será? — exclamó uno de ellos. Los licántropos solo gruñían.

—¡Bien! Por nosotros no hay problema. ¿Cierto muchachos? — espetó. Los demás rieron con malicia.

Los hombres lobo se precipitaron contra ellos, uno de los hechiceros dio un paso al frente y creo ante sí un muro de espinos que se elevo desde el suelo, haciendo que uno de los lobos se quedara atrapado.

Los demás rodearon el muro, tres de los licántropos se lanzaron contra tres hechiceros los cuales perecieron por la monstruosa fuerza y salvajismo de estas bestias que los devoraban.

Otro de los hechiceros llamado Lucius rápidamente utilizó su poder y abrió el suelo creando una enorme grieta la cual podía medir unos cincuenta metros de profundidad, por la cual dos hombres lobos cayeron. Seguido de esto él cerro la grieta, matándolos al instante.

—Vamos, esto es muy sencillo. — dijo mientras se mofaba.

Tres hechiceros contra atacando, se movían con gran velocidad y agilidad sobrehumana en cuestión de segundos mutilaron tres licántropos como si fuese cualquier cosa.

—Bien, ahora solo quedan dos. — expresó Lucius. Los dos licántropos que quedaban comenzaron a retroceder.

—¿Ahora nos dejaran pasar? — preguntó otro de los hechiceros.

Los hombres lobo no sabían que hacer. No querían dejarlos entrar, pero tampoco podían enfrentarlos.

Los hechiceros comenzaron a avanzar, pero en ese momento una enorme columna de fuego se alzó delante de ellos.

—¡¿Qué es esto?! — exclamaron.

La columna de fuego comenzó a tomar una forma humanoide, brazos pecho y cabeza de roca y lava. Su parte inferior eran llamas que se revolvían como un torbellino.

—¡Fuera de aquí! — pronunció aquel ser comuna voz profunda y amenazante.

«¡Un elemental!» pensaron varios de los hechiceros.

Estaban impresionados, jamás habían visto algo igual. Pero su sorpresa no acabaría pronto, ya que de repente el suelo se estremeció abruptamente; el gran árbol madre comenzó a moverse, giraba lentamente su tronco, a la vez que enderezaba el mismo mostrando una figura humanoide también, esta con características femeninas y un rostro viejo, lleno de sabiduría y bondad. Ella era la madre de todos los vivientes del planeta la manifestación física de la naturaleza, La gran madre tierra.

Ella los observó y les ordenó —Márchense de una vez, ya han lastimado a muchos de mis hijos. — mientras fruncia el ceño, —Ya no más violencia, se los pido. — suplicó.

—Jaja, lo lamento anciana eso no va a pasar. —expresó Lucius.

—¡Ten más respeto basura! — exclamó el elemental de fuego.

Y con gran poder arremetió con sus llamas contra los hechiceros que se vieron obligados a retroceder un poco.

—¡Vinimos por la esfera del alma! — gritó uno de ellos, —Y no nos iremos sin ella. — afirmo.

Todos comenzaron a escupir hechizos de todos tipos y de gran poder. Pero para estos elementales no eran nada.

El elemental de fuego hizo brotar de la tierra geiseres de humo ardiente los cuales consumieron a varios de estos.

—¡Cuidado! — gritó uno de los hechiceros, al ver la mano gigantesca de la madre tierra, que estaba apunto de aplastarles como a simples insectos.

En ese momento ellos no tuvieron opción más que salir huyendo del lugar.

Después de unos minutos los hechiceros se reunieron con sus otros compañeros.

—¿La consiguieron? — preguntó Stephan.

—No. Los elementales nos detuvieron. — le respondió Bernabé.

—¡Maldición! — exclamó Stephan.

—¿Y esas alas? — indagó Bernabé.

—Ah esto. — dijo Stephan mientras levantaba las alas a la vista de todos.

 —Solamente un trofeo y ya. —comentó mientras sonreía.

FIN DE CAPÍTULO 15


Hola a todos espero les guste este capítulo, sí es así recuerden darle un voto⭐ y comentar🗣️. Y si no les gustó, pues igual voten y comenten que es completamente gratis :V sin más me 👋despido espero la pasen muy bien✌️ 

DEMANGEL© (libro #1 Finalizado) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora