Capítulo X

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Era medianoche pero, Elia no podía dormir. Estaba dándole vueltas a lo que le había dicho Annabeth. Tenía razón, no había que convencer a Nyssa, había que hablar con Harley y que él decidiera. Así que se lo contaría al día siguiente.

Con esa decisión tomada se durmió rápido.

A la mañana siguiente se levantó más animada y después de preparase fue a buscar a Harley. Le encontró ayudando a reparar el almacén que dos días atrás Elia había hecho explotar.

-Ah, hola Elia. Ahora estoy un poco ocupado con esto.

-Solo quería contarte una cosa pero, da igual cuando estés libre búscame y te lo digo.

-Espera, creo que pueden prescindir de mi -dijo mientras se acercaba, efectivamente el resto de campistas siguieron trabajando sin problema. -¿Qué querías decirme?

-Es sobre un verso en concreto de la profecía. El hijo del herrero divino. Estuvieron discutiendo ayer los capitanes y no quieren admitir quién es. Yo estoy segura de que eres tú.

-Qué raro que Nyssa no me haya dicho nada.

-Nyssa no quiere que vayas, pero deberías de elegir tu que hacer. Ahora mismo eres el único chico de la cabaña de Hefesto. Pero, la decisión está en tus manos.

-¿Tú eres la bruja encantada?

Elia asintió.

-Entonces según la profecía tú decidirás el destino final.

-Supongo.

El cuerno que indicaba la hora del desayuno sonó.

-Cuando te decidas me lo dices. -Dijo Elia y después se fue corriendo.

Llegó al comedor corriendo y no se chocó de milagro con Sherman el chico con el que Annabeth había discutido después del juego de capturar la bandera.

-Ten más cuidado. -Dijo el chico con tono despectivo.

Eso enfadó bastante a Elia, que tropezó "sin querer" y cayó encima del chico empujándole y haciendo que perdiese el equilibrio.

-Vaya, que torpe. -Dijo con cara de arrepentimiento que no sentía.

-Creo que aún no te han explicado cómo funcionan las cosas aquí. En primer lugar, los pequeños no tenéis ningún derecho a cruzar palabra con gente como yo.

-¿Te refieres a los que son igual de tontos que tú?

-Enana de... Argh, te vas a enterar.

Agarró a Elia para que no pudiese escaparse y la cogió en brazos, aún inmovilizada mientras ella intentaba inútilmente liberarse.

-Ahora que lo pienso aún no te hemos hecho ninguna novatada. -Comentó mientras echaba a andar hacia la playa -a lo mejor, después de un ratito bajo el agua se te bajan esos humos.

Ya estaba todo el campamento sentado para desayunar pero, Quirón aún no había llegado. Pocos se dieron cuenta de lo que estaba pasando hasta que Elia chilló.

-¡SUÉLTAME!

En ese momento todo el comedor se giró en su dirección, algunos hicieron un amago de ayudar, pero Elia no les dio tiempo. Aprovechó la distracción que había creado ella misma y le pegó una patada en la entrepierna a Sherman, luego bajo la cabeza y la echó hacía atrás de golpe, dándole en la nariz a Sherman y provocando que está empezase a sangrar pero, el chico solo aflojó un poco los brazos con un quejido ahogado.

-¡Sherman! ¡Suelta ahora mismo a mi hermana! -Chillaron Malcolm y Annabeth prácticamente a la vez. Otra distracción que Elia aprovechó pero está vez combino las patadas con un par de cabezazos y consiguió que Sherman aflojase suficiente como para poder liberar un brazo y darle un puñetazo en la cara que hizo que la dejase caer al suelo. A Sherman no le dio tiempo para recuperarse de los golpes porque Annabeth se le acercó a una velocidad inhumana y le puso su cuchillo al cuello.

-Escúchame con atención porque no pienso repetirlo -Dijo sin levantar la voz, lo que hizo que pareciese más fría. -Vuelve a intentar tocarle un pelo a mi hermana y prometo que el cuchillo no se queda aquí si no que atraviesa tu garganta. ¿Lo entiendes?

Sherman asintió con miedo en los ojos.

-Quedas avisado -Concluyó Annabeth sin retirar aún el cuchillo de su cuello. -Si tienes algún problema con los miembros de mi cabaña me lo dices a mí pero, no te metas con mis hermanos. Nunca más.

Sherman asintió de nuevo y Annabeth retiró lentamente el cuchillo. Cuando Sherman se levantó y se fue a la mesa de la cabaña de Ares. Annabeth se giró y fue con Malcolm y Elia.

Percy se acercó a Annabeth y le dijo algo al oído que la hizo sonreír aunque, era más bien una sonrisa malvada.

En ese momento llegó Quirón (con un poco de retraso pensó Elia) y se quedó unos segundos mirando la mancha de sangre de la nariz de Sherman, al propio chico que intentaba contener la hemorragia con unas servilletas y después a Annabeth que aún tenía el cuchillo en la mano.

-Sentaos -dijo solamente.

Annabeth obedeció a regañadientes.

-Sherman es un cobarde. -murmuró mientras se sentaba. Hicieron las ofrendas y Sherman solo se atrevió a lanzarle una mirada de odio a Annabeth, mientras se frotaba el cuello.

En mitad de la comida apareció Leo, el chico con el que habían hablado Annabeth y Elia la tarde anterior. Tenía el mismo pelo rizado y oscuro que Harley, las orejas puntiagudas y una sonrisa traviesa. Además parecía que acababa de tomarse diez cafés seguidos y otros tantos azucarillos.

Percy y Annabeth se levantaron a saludarle.

Otros campistas también se le acercaron y le dieron primero un puñetazo en el brazo y después un abrazo.

-¿Quién necesita ayuda del gran Leo para construir un transporte? -Preguntó sin quitar la sonrisa de su cara.

Se acercó a Elia después de que Percy le dijese algo.

-Me han dicho que tú eres Elia y que por lo visto tienes poderes. -Elia asintió -Estoy seguro de que no puedes superarme. -Abrió los brazos y empezó a arder. Elia alzó una ceja y se cruzó de brazos.

-¿Ya has terminado de calentar?

-¡Eh! Supérame y después juzgas.

Elia se levantó despacio, hizo un giro de muñeca y empezó a arder igual que Leo, quién se quedó un tanto sorprendido.

-¿Algo más? -Preguntó sin poder contener una sonrisa ante la cara de Leo.

-Me han dicho que sabes hacer algo más, pero no veo yo mucho poder.

Elia cerró los puños y levantó los brazos, después abrió sus manos con un movimiento rápido y en el cielo empezaron a estallar fuegos artificiales de colores. Leo dejó de arder instantáneamente.

-Jope, contra eso no puedo hacer nada, tío, Percy no me puedes hacer perder contra un niña.

Percy se encogió de hombros.

-Yo te he dicho que es poderosa. No que pudieses vencerla.

Leo miró a Elia y finalmente le revolvió el pelo, aunque Elia apartó la cabeza.

-No me despeines. 

La nueva Generación [PJO, HoO]Where stories live. Discover now