Capítulo XXIII

12 4 7
                                    

-Despierta, Elia, despiértate.

Las palabras sonaban lejanas en su cabeza, no podía enfocar los ojos y tampoco mantenerse consciente.

-Elia, vamos.

Abrió los ojos e intentó incorporarse.

-No te levantes. -Dijo Piper. -Te vas a marear.

Estaban en la habitación de Elia. No recordaba como había llegado hasta allí.

-¿Qué es lo último que recuerdas? -Preguntó Hazel.

-Estar en la cubierta ayudando a Annabeth a mantenerse en pie. ¿Qué ha pasado?

-Accediste a los recuerdos de Percy y a los míos. -respondió Annabeth.

-Y después te desmayaste.

-¿Cuánto tiempo llevo inconsciente?

-Aproximadamente una hora. Nos has dado un buen susto.

-¿Qué tal te encuentras?

-Bastante cansada y tengo hambre, pero por el resto bien.

-El problema ha sido que has usado mucha energía mágica, solo tienes que descansar. -Dijo Hazel. -Y comer algo.

-Gracias por cuidarme. ¿Y tu Annabeth qué tal estás?

Bien, ahora estoy bien. Ya os dije que ha sido solo un mareo.

***

Llamaron a la puerta. Ya era por la tarde y el sol había conseguido abrirse paso entre las nubes.

-¿Si?

-Elia, ¿Puedo pasar?

-Ah, Harley, claro adelante.

-¿Qué tal estás?

-Cansada, pero mejor que está mañana.

Elia estaba sentada en la cama, un poco pálida y con un libro en las manos. Hablaba con un tono de voz mucho más suave que de costumbre, como si no pudiese levantar la voz.

-¿Qué lees?

-Historias que escribieron algunos héroes de la antigua Grecia. Algo así como diarios.

-¿Y eso no tiene un valor incalculable por su antigüedad?

-Es una copia. El original a saber dónde está, perdido o destruido, seguramente.

-Está en griego antiguo. -observó Harley.

-Claro, los cerebros de los semidioses griegos están hechos para leer y comprender griego antiguo y como soy disléxica en cualquier otro idioma las letras me parecen signos sin sentido. Provoca muchos dolores de cabeza intentar entenderlo.

-Bueno, yo tampoco leo mucho, prefiero crear máquinas y juguetes.

-¿Tú lanzallamas cuánta como juguete?

-Claro.

-Entonces, ¿el resto de juguetes que construyes también son un peligro?

-Tú puedes matar con la mirada, literalmente, no puedes decir que mis juguetes son peligrosos cuando juego contigo.

-Lo preocupante es que los construyes tú.

-Soy hijo de Hefesto. ¿Qué esperas?

-¿Quieres salir un rato?

-¿Te encuentras mejor? Aún estás muy pálida.

-Necesito que me dé un poco el Sol y no te tienes que preocupar, me encuentro bien.

-Vale, vamos fuera.

Dieron una vuelta por toda la cubierta y al rato a Elia ya le había vuelto gran parte del color a la cara.

-Ya me encuentro mucho mejor.

-¿Cómo para hacer magia?

-Ni se te ocurra, -intervino Percy -nada de magia hasta mañana.

-Jooo, si ya me encuentro bien.

-Percy tiene razón. -dijo Annabeth, estaba sentada en la cubierta con un cuaderno y un lápiz en la mano. -Tienes que recuperarte del todo antes de volver a usar tus poderes.

-Pero si ya estoy recuperada.

-Te estás agarrando a la barandilla porque no puedes estar de pie tanto tiempo. -observó Percy.

-Pero me encuentro bien.

-Elia, para recuperarte tienes que descansar. Nada de magia hasta mañana.

Elia hizo una mueca de fastidio.

-No es justo.

-¿Prefieres no volver a usar tus poderes en una semana?

-¿No puedo hacer ni un hechizo pequeñito?

-No.

-Venga ya.

-Si nos haces caso mañana podrás hacer todos los hechizos que quieras.

-Excepto lo de ver los recuerdos de los demás.

Elia puso los ojos en blanco y resopló.

-Vale, no usaré magia hasta mañana.

Annabeth sospechó desde el principio que si Elia había accedido tan rápido no les iba a hacer caso, pero para su sorpresa se fue a jugar a las cartas con Harley.

La nueva Generación [PJO, HoO]Where stories live. Discover now