07 - Malas noticias

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El presidente Michael Foster cataba un exquisito vino en su despacho. Celebraba en solitario su progreso, sus logros, el fruto de sus ambiciones. Tras mojarse los labios y deleitarse, recibió un desvío de llamada de su secretaria. El director Jason Hans de las instalaciones biomédicas de la isla Cyrean quería contactar con él.

―Director Hans... ―lo saludó el Presidente.

―Tengo malas noticias, señor.

―¿Qué ha pasado?

―Cyrean ha caído... —informaba Jason, cortándole la respiración al doctor Foster—. Sin embargo...

El subordinado Thomas entró a toda prisa en el despacho, ni siquiera llamó a la puerta. Las manos le temblaban y el sudor resplandecía en su frente.

―Espera, Jason ―lo interrumpió Foster―. ¿A qué se debe esta entrada tan abrupta? No es propio de ti, Thomas.

―Señor... ―Thomas recuperó el aliento, pero sus espasmos persistieron―. Tenemos un problema. Evan... ha desaparecido. Hallamos el furgón destrozado y a sus ocupantes... mutilados... Evitamos a la prensa y a las FOP, pero no hay rastro de Evan...

―Arréglalo ―le ordenó el Presidente con su amenazante voz camuflada en una falsa tranquilidad. Apretó el puño para disimular la flaqueza de su pulso. Thomas asintió y se marchó de inmediato, mientras que el doctor atendió el teléfono de nuevo―. Bien, Jason, habrás notado que tengo otros problemas pendientes. Sé conciso.

―Descuide, señor. Cuando vea lo que ha pasado aquí, contemplará un nuevo horizonte. El futuro está en nuestras manos ―le aseguró Jason.

―Entonces no me hagas esperar. Ven a verme lo antes posible ―le instó el Presidente.

―Sí, señor. ―Jason exhibió una malévola sonrisa y colgó.

Foster permaneció pensativo hasta que un mensaje en el monitor captó su atención. Se trataba de la actualización del pronóstico de personas que habían recibido sus tratamientos. Los resultados preveían que una cantidad considerable de sujetos era sensible a sufrir alteraciones fisiológicas, incluso mutaciones.

―No, ¡no! ―gritó Michael y lanzó la copa con furia hacia la puerta.

La secretaria acudió al despacho a toda prisa.

―¡Señor presidente! ¡¿Está bien?!

―Sí, Mary. Prepárame un café, por favor. Y envía a alguien a limpiar eso ―le pidió Foster, recuperando la compostura.

―Enseguida, señor ―asintió la secretaria y se apresuró.

―Esto se me empieza a escapar de las manos. Si ese monstruo se descontrola... No quiero ni pensarlo ―dijo Foster para sí.

Evan 1. Renacer © [En proceso de edición]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora