18 - Cacería

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Cerca de las 8:00 a.m. del lunes, los miembros de las Unidades 1, 3 y 7 llegaban al cuartel de las CES para comenzar su jornada laboral. A más de uno le extrañó que el aparcamiento exterior estuviera lleno de vehículos, como si ninguno de los compañeros del turno del fin de semana hubiera abandonado el recinto. Además, las luces exteriores e interiores estaban apagadas, algo inusual a esa hora. A medida que los agentes se reunían y se saludaban en el aparcamiento, debatían al respecto.

―Parece que aquí tuvieron una buena fiesta el fin de semana ―comentó James con humor.

―Apuesto a que sí. Olfateo estríperes, quizás alguna despedida de soltero ―añadió Carlos, el bromista de la Unidad 3.

―Los coches de Arnold, Sandra y nuestro teniente siguen aquí —observó Adams—. Me parece raro.

―¿Habrán quedado antes para discutir su baja médica? ―supuso su compañera Irina.

―Elisa, ¿podemos hablar? ―le pidió Tatiana, muy discreta, con la esperanza de que su amiga le diera una oportunidad.

―No quiero hablar contigo, Tatiana. Déjame en paz ―replicó Elisa con un tono gélido.

―¿Qué tal el fin de semana, Mei? ―Stuart echaba de menos intimar con la médica.

―Muy bien. Realmente bien. Se me hizo tan corto... ―Mei sostuvo una amplia sonrisa al recordar las traviesas vivencias que compartió con Simón.

―Tengo una mala sensación ―comentó Leonard junto a Ethan, Richard y Tanque.

―Pienso lo mismo, algo no me huele bien. Me adelantaré para ver qué pasa. ―Ethan se apresuró hasta la entrada principal.

Cuando la puerta de cristal reforzado se abrió automáticamente, el teniente se detuvo de forma abrupta frente a la segunda puerta de acceso. Espantado, contempló que había sangre por todas partes, incluso huellas ensangrentadas que indicaban que alguien había intentado huir. El vestíbulo estaba destrozado, como si el infierno se hubiera desatado allí dentro, y el mismo panorama se extendía hasta donde alcanzaba la vista.

―¡¿Qué cojones ha pasado aquí?! ―dijo Ethan para sí y retrocedió a toda prisa―. ¡Teniente Marc! ¡Teniente! ―alertó al jefe de la Unidad 3, un honrado hombre de familia.

―¡Por Dios, Ethan! Hacía tiempo que no veía una expresión como esa en tu cara ―resaltó Marc, percibiendo la gravedad del asunto.

―¡Rápido! ¡Hay que organizar los equipos! Aquí ha pasado algo terrible.

―De acuerdo. ¡Muchachos, prestad atención! ―vociferó Marc, captando todas las miradas.

―El cuartel ha sido atacado —expuso Ethan sin rodeos—. No sabemos lo que ha pasado ahí dentro. Quienes tengáis el equipo a mano, preparaos ¡ya! Los que no, tendréis que apañaros con lo que tengáis en el furgón. Stuart, hackea el sistema. Quiero ver lo que ha pasado.

Solo unos pocos portaban los nuevos uniformes consigo. Aunque prácticamente contaban con las armas personales, el furgón los abasteció con un mínimo de recursos extras. Mientras se preparaban, la inquietud se propagó entre ellos como un virus, pues ninguno se habría imaginado que el cuartel de las CES fuera el objetivo de un ataque. Impacientes, presionaban a Stuart para que pinchara las grabaciones de seguridad.

―¡Dadme un respiro! ―protestó Stuart, cuyos ágiles dedos sudaban al teclear con nerviosismo―. Gran parte de la electricidad está cortada. Vale, estoy dentro del sistema. A ver, rebobinemos hasta que todos nos fuimos el viernes... Ahí entra la Unidad 2 y todos se quedan solos como de costumbre. No salió nadie más. Todo está tranquilo... ¡Joder! ―El sonido de un disparo sobrecogió al informático, que minimizó enseguida todas las cámaras del cuartel para buscar un comportamiento extraño junto con sus compañeros. Entonces, los agentes vieron a Arnold y a Sandra asesinando al teniente Sam.

Evan 1. Renacer © [En proceso de edición]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora