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El presidente Michael Foster convocó con urgencia a sus dos principales directores para tratar asuntos pendientes, en especial el de la serie de incidentes que habían ocurrido en tan poco tiempo. El primero en acudir fue el director Jason Hans, acompañado por su valiosa Quimera. Evelyn, por su parte, se retrasó debido a su noche de travesuras. Finalmente, ambos directores se reunieron en el despacho de Foster.

—Al fin llega la niña mimada. No es habitual en ti llegar tarde —dijo Jason con un tono burlón.

—Y tú no cambias. No me has visto en semanas y ya estás criticando mi puntualidad. ¿Así es como me recibes? ¿Y quién te acompaña? ¿Esa no es la doctora Stewart? —Evelyn reconoció el rostro de Anna.

—Ya no. Ahora es mi Quimera. Es un arma letal, una obra maestra.

—Más bien parece tu prostituta vestida de esa manera. No me quiero imaginar las perversiones que haces con esa... muerta, porque está muerta, ¿verdad? —intuyó Evelyn.

—No la ofendas. Está usando un uniforme de combate de última generación. Y no es una muerta, es una renacida —remarcó Jason.

—Dejadlo ya —intervino Foster—. Apenas empieza a amanecer y no estoy de humor para perder el tiempo.

—Lo siento —se disculpó Evelyn.

—¿Alguno podría explicarme cómo llegó la Cura hasta las putas de los hermanos Petrov? —expuso Foster con seriedad y los directores, perplejos, se miraron.

—Yo no estaba aquí, no tengo ni idea —alegó Jason.

—Quizás formaran parte de algún programa de vacunación de otra Nación. Después de todo, esas chicas eran secuestradas en todo el mundo —hipotetizó Evelyn.

—Me he tomado la molestia de revisar todos los informes de todas las instalaciones mundiales y no consta el nombre de ninguna de ellas en ninguno de los programas. Tengo la sensación de que alguien en nuestras instalaciones de Land Heart nos ha robado y ha intentado traficar con nuestros productos. Directora Evelyn, dejaré en sus manos la investigación de su personal. Averigüe quién se ha tomado la osadía lo antes posible.

—Lo haré, señor. Lo investigaré a fondo —aseguró Evelyn.

—Bien. Debo comunicaros que algunas Curas necesitan correcciones. Una parte de los sucesos ocurridos en la isla proviene de nuestros sujetos experimentales. Sus sistemas inmunológicos no se adaptaron a la integración de la Cura y murieron en lugar de convertirse en inmunes. De ahí el caos desatado. Pero, con los datos reunidos, es posible implementar las mejoras pertinentes para adaptar las Curas a este tipo de población. Eso en lo que concierne a nuestros proyectos. Sin embargo, otros casos como el del campus universitario o el de los callejones escapan a mi información. Quizás se trata de la misma persona traficando con nuestras Curas o Evan... —Foster entrelazó los dedos y continuó tras una breve reflexión—: No, no creo que sea Evan... Sea como sea, tenemos trabajo: Adaptar las Curas a este tipo de población y encontrar al ladrón.

—Cuando encontremos al desgraciado, o desgraciada, me gustaría ocuparme personalmente. Tengo planes para ratas de ese calibre —solicitó Jason.

—Opino lo mismo. Que quede en tus manos —añadió Evelyn—. Yo priorizaré el desarrollo de las Curas.

—Teniendo esto claro, pasemos a lo intrigante. Ilumínenos, doctora. ¿Qué encontró en el cuartel de las CES?

—Mutaciones —contestó Evelyn—. Dos miembros de la Unidad Uno presentaban mordeduras. Eso no estaba previsto. Se suponía que esos agentes gozarían de una mejora en su rendimiento físico, pero esa redada en La Explanada fue su perdición. Otro miembro de la misma unidad también mutó mientras saneaban el cuartel. Los demás, como siempre, fueron daños colaterales. Aún quedan dos miembros de la Unidad Uno.

—¿Algún superviviente contagiado? —indagó Foster.

—No. Todos estaban limpios —mintió Evelyn, ya que no había realizado una revisión médica profunda a los supervivientes—. La Unidad Siete parece fuerte. Deberíamos tenerlos presentes para otro proyecto.

—Lo tendré en cuenta. Ahora escucha lo que tiene que decir Hans. Ha tenido una noche fructífera.

—Anoche trasladé las criaturas mutantes que encontré en Cyrean a tus instalaciones. Me resultó irresistible comenzar a estudiarlas de inmediato. De hecho, he iniciado un proyecto con una de ellas que no está completamente muerta —expuso Jason, mientras un aura perturbadora emanaba de su figura.

—¿En mis instalaciones? ¿Por qué no se me notificó? No me gusta que se hagan operaciones sin mi supervisión —replicó Evelyn con indignación.

—Era un tema de máxima urgencia, no podía esperar, y tú no dabas señales de vida —excusó Jason, exhibiendo una sonrisa socarrona—. Tranquila, no me entrometo en tus asuntos. Solo he tomado un laboratorio prestado y los cadáveres de esas mutaciones.

—Insiste la próxima vez... Explícamelo todo, ¿qué has hecho en mi laboratorio? —exigió Evelyn.

—He comparado tus monstruos con los míos. Parece que hay un patrón en las mutaciones que no habíamos visto hasta ahora, y ocurre en los individuos que ya tenían la Cura implementada en sus sistemas nerviosos. He observado que los hombres tienden a volverse corpulentos y a presentar largas protuberancias, mientras que las mujeres se convierten en ágiles depredadoras. Cuatro de los cinco especímenes encajan en este patrón. El quinto, por el contrario, presentaba unas extremidades aberrantes. Su cuerpo no se volvió corpulento, pero sí creció anormalmente. Esto significa que podemos crear verdaderas bestias de batalla. Los hombres serían los pesos pesados y las mujeres, bellas asesinas. Esto será posible cuando vincule mi droga de control con la Cura.

—Parece un proyecto interesante, pero no sé hasta qué punto sea estable y seguro. Imagina el desastre que causaría crear un ejército de esas cosas y que tu droga de control falle. Nada podría pararlos —rebatió Evelyn.

—Esta Quimera es nuestra primera prueba de que puede llegar a ser posible —señaló Foster—. Lo llevaremos a cabo cuando se confirme su éxito.

—¿Y cómo lo pondrás a prueba? ¿Usarás a ese monstruo de Cyrean? —intuyó Evelyn.

—Así es —afirmó Jason—. Esa criatura era un presidiario llamado John. —Quimera rememoró parte de los sucesos de la isla Cyrean al escuchar esa información—. Perdió prácticamente medio cuerpo, pero ha venido bien para implantarle mejoras tecnológicas. Lo convertiré en un exótico monstruo ciborg bajo el control de Storm Company. Será nuestro Cerbero.

—Quimera... Cerbero... ¿Intentas recrear una colección de monstruos? —bromeó Evelyn con un evidente tono burlesco.

—Sí. Tú serás Medusa, la que completará el círculo. —Jason esbozó una sonrisa perversa.

—No me hace gracia. Ten cuidado. A lo mejor eres tú quien completa su propia colección de monstruos —replicó Evelyn, insinuando una sutil amenaza.

—Es hora de trabajar —ordenó Foster—. Ya habrá tiempo para bromas.

Evan 1. Renacer © [En proceso de edición]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora