IX

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-¿Quieres convertirte en una loba? -preguntó Mike el domingo siguiente a la luna llena.

Caminábamos a través del bosque antes de la cena. Lauren había intentado seguirnos, pero su padre le ordenó, con sus ojos rojos, que regresara a la casa, y me pregunté cómo no lo había notado antes. ¿Cómo podía haber ignorado lo que debió haber sido obvio? Lauren se escabulló de vuelta a la casa y echó un último vistazo hacia mí.

Esperó hasta que estuviéramos lejos de la casa y que los demás no pudieran escucharnos para hacerme la pregunta. Había aprendido mucho sobre los lobos los últimos días: tenían el sentido del olfato y oído agudizado, podían curarse, cambiar de forma, cambiar a media forma o forma completa. Alfas, Betas y Omegas. Los Omegas eran cosas oscuras, salvajes y sin lazos, algo de que temer. Aprendí más de lo que creía posible.

Y caminábamos a través del bosque una vez más, solo él y yo. Tocaba los árboles de vez en cuando, como siempre lo hacía. Respiraba profundo, y le pregunté por qué.

-Este es mi territorio, me pertenece -respondió-. Ha sido de mi familia por un largo tiempo.

-Tu manada.

-Sí, ___, mi manada. Nuestra manada.

¿Y eso me conmovió? Sí, lo hizo.

-Estos árboles, este bosque, están llenos de magia antigua. Está en mi sangre y se sacude y retuerce dentro de mí.

-Pero te marchaste -repliqué.

-A veces, tenemos responsabilidades más grandes que el hogar. A veces, tenemos que hacer lo que es necesario antes de poder hacer lo que deseamos, pero cada día que estuve lejos de aquí, sentí este lugar. Cantaba para mí, me dolía y quemaba. Normani regresaba para asegurarse de que aún estuviera en pie, porque yo no podía.

-¿Por qué?

-Porque soy el Alfa. No sé si hubiera sido capaz de dejarlo otra vez -me sonrió.

-¿Cuán extenso es? Tu territorio.

-Kilómetros, y kilómetros, y kilómetros. Y los recorro todos, con el suelo debajo de mis pies y el aire en mis pulmones. Es algo único, ___. -toqué el más cercano de los árboles e intenté sentir lo que él describía.

Mike Jauregui era un hombre excepcional, con su cabello castaño y barba creciente, con esos ojos que transmitían paz y confianza. Mis dedos rozaron la corteza y cerré los ojos. Me reí de mí misma por lo bajo, estaba siendo ridícula, no era nada parecida a ellos.

-¿Quieres convertirte en una loba? -insistió.

Abrí los ojos porque era una pregunta importante. Pero mi mente no dejaba de repetir una y otra vez: una loba en el armario, tiene ganas de salir...

Estaban esas pequeñas ataduras, como cuerdas que jalaban mi mente y mi corazón secreto. Aún no podía darles un nombre, porque todo era demasiado nuevo, pero estaba cerca de hacerlo.

Aunque podía nombrar la de Lauren, la suya era la más sencilla.

-¿Quieres que me convierta en una? -pregunté.

-Tantas capas - murmuró con una sonrisa cegadora, mientras caminábamos entre medio de los árboles.

No sería como ellos, no completamente. Eso era todo lo que me habían explicado. Ningún humano convertido lo era. Había una diferencia entre nacer o ser mordido. En primer lugar, los instintos. Ellos tenían los suyos de toda la vida, yo estaría dando tumbos como una niña.

-Habría diferencias -pensé en voz alta.

-Las habría.

-Pero sería una Beta.

Running With The Wolves (Lauren Jauregui y tú)Where stories live. Discover now