Epílogo

254 19 0
                                    

-¿Estás lista? -preguntó.

Estaba por encima de mí con una expresión reverencial en su rostro. Mi piel estaba resbaladiza por el sudor, caliente. Me sentía ruborizada y sobrecalentada.

-Sí. Sí, Lolo - logré decir luego de casi no encontrar las palabras.

Se aproximó para besarme mientras se presionaba lentamente hacia dentro. Jadeé en cuanto sus dedos estuvieron dentro de mí, y el suspiro fue atrapado por su boca, su lengua contra la mía. Mis pechos estaban atrapados entre las dos, raspando los suyos propios.

Se hundió todo lo que pudo, sus caderas estaban presionadas contra mi trasero, mis a los lados de ella. Nos inhalamos con los ojos abiertos y las narices frotándose.

-Oh, mierda -dejó escapar contra mi boca mientras sus caderas se contoneaban.

Y esperó, conteniéndose en su lugar, como si no pudiera moverse, como si no quisiera moverse.

-Está bien, Lolo -dije-. Por favor. Está bien, necesito... Oh, Dios, realmente necesito...

-Sí, ___. Te daré lo que necesitas. ¿Te lo haré, de acuerdo? Solo déjame hacértelo y...

Y se apartó y luego volvió a arremeter hacia dentro. La cama comenzó a rechinar por debajo de las dos y lo hizo una y otra vez hasta que ambas nos gruñíamos la una a la otra y mis garras se clavaban en la piel de su espalda sin importarme si perforaban la carne.

Sacó los dedos de mi, para luego posicionarse de una mejor manera: con nuestras piernas enlazadas, mi pierna derecha sobre la suya izquierda, y mi pierna izquierda sobre la suya derecha. Nuestras vaginas se tocaron. Aminoró la velocidad y me observó con los ojos muy abiertos mientras me veía desarmarme bajo de ella. A pesar de su inexperiencia, aprendía rápido, me hacía cosas que llevaban mis ojos hacia atrás de mi cabeza y hacían que mi boca se aflojara.

Pero esto no se trataba solo de sexo o acabar. Esto era más. Mucho más. Podía sentirlo levantarse en la base de mi espina dorsal, no intenté detener la transformación cuando se abalanzó sobre mí.

Lauren se sentó, aún con nuestras piernas enlazadas, estaba encima de mí de la misma forma, a media transformación y gritando mientras nuestros clitoris se frotaban entre sí.

-___, ya casi es hora.

-Sí, de acuerdo, sí. Por favor, sí.

Porque habíamos estado construyendo este momento. Desde el día en que me entregó una caja que contenía un pequeño lobo de piedra y se prometió a mí.

-Hazlo -gruñí.

Sus ojos brillaron rojos. Sus colmillos descendieron. Acabé torpemente entre las dos, lanzando mi cabeza hacia atrás mientras exponía mi garganta. Susurró mi nombre, pronunció mi nombre y gritó mi nombre mientras acababa también en mi vagina. Y luego me mordió, justo en el espacio entre mi cuello y mi hombro.

Sentí dolor, era brillante y afilado. Luego se desvaneció y fue reemplazado por algo diferente. Algo más amplio. Mis ojos se abrieron de repente mientras dejaba escapar un jadeo. Porque era más de lo que pensaba que podría llegar a ser.

Era todo.

Sus dientes se apartaron de mi piel. Podía sentir la sangre mientras brotaba. Jadeaba mientras se deslizaba de mí, sus labios estaban rojos como sus ojos.

Dijo: Oh, Dios mio.
Dijo: ___.
Dijo: ___, ¿lo sientes? Esto es... No puedo creer que nosotras... Después de todo este tiempo, nosotras...
Dijo: ___.
Dijo: Compañera.

La loba gruñó: Mía.

Running With The Wolves (Lauren Jauregui y tú)Where stories live. Discover now