XXVII

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Durante el tercer año, y al poco tiempo de ser reconocido como miembro de la manada de los Jauregui, Robbie se mudó a la casa. Sus superiores no se veían sorprendidos. Un hombre hosco visitó la casa, llevaba un traje arrugado y una corbata delgada. Sus ojos se agrandaron brevemente cuando ingresé a la habitación, porque era capaz de sentir algo en mí que yo aún no comprendía del todo. Fue descortés y directo: no había rastros de Simon Cowell y ninguna prueba tangible de él por más de un año, los equipos que buscaban desde que abandonó Green Creek regresaban con las manos vacías y ya no había más rumores acerca de él.

Lo mismo se dijo de Lauren y los demás. No habíamos oído nada de ellos, aún cuando Clara seguía insistiendo que estaban con vida, que ella sabría si algo les hubiera pasado a sus hijos. No tenía corazón para mostrarme en desacuerdo, incluso cuando yacía despierta cada noche imaginando cientos de cosas diferentes: que habían encontrado a Simon y los había asesinado, convirtiéndose en Alfa; que estaban con vida, pero que jamás regresarían; que jamás volvería a ver a Taylor o a Chris o a Dinah.

Y a Lauren, claro. Porque ella estaba mucho más presente en mi mente que el resto.

El hombre hosco nos dijo que continuarían la búsqueda, pero parecía poco entusiasta. Hablaban como si Michelle Hughes fuera a ocupar su puesto a largo plazo, para tener finalmente a alguien que tomara de forma definitiva el lugar de Mike como el líder de todos los Alfa.

-Les daremos más tiempo -dijo mientras tomaba un sorbo de su café-. Pero no podemos esperar por siempre.

Pidió hablar conmigo en privado, eché un vistazo a Clara quien asintió antes de manifestarse de acuerdo. Señaló la antigua oficina de Mike y dudé por un momento. Los demás dejaron la casa, Camila, Ally y Sofi estaban en el taller. El hombre hosco esperó hasta que los demás estuvieran fuera del alcance del oído y cerró la puerta de la oficina. Me senté detrás del escritorio, era más intimidante de lo que esperaba.

Intenté presionarlo, pero creo que él se dio cuenta.

-Tiene curiosidad por ti -soltó.

-¿Quién? -quise saber, no me lo esperaba.

-La Alfa Hughes.

-¿Por qué?

-Porque eres una humana -rio-. Y de alguna manera te has convertido en la Alfa de la manada Jauregui, nada menos.

-Lauren es la Alfa de la manada Jauregui -repliqué. Yo solo era temporaria.

Lo había aceptado un poco más que antes, pero aún era un trabajo en progreso, uno que esperaba que acabara muy pronto.

-Lauren no está aquí.

-Lo hará -aseguré y me pregunté si el hombre hosco oyó el latido traicionero de mi corazón.

-¿Cómo lo hiciste? -preguntó-. Ella querrá saberlo. No porque hayas hecho algo malo o porque quiera quitarte algo.

Entrecerré los ojos.

-¿Por qué hablamos de esto?

-Porque tú lo hiciste -se encogió de hombros-. Y no te culpo, tampoco ella. Esta manada ha pasado por... demasiado, y eso es quedarse corto. No confían en los demás fácilmente.

Hablaba de la manada y de mí como si fuéramos uno solo, con respeto.

-No hay muchas personas en las que podamos confiar.

-La Alfa Hughes...

-Es alguien a quien jamás he conocido -le respondí con tono afilado-. Así que no puede pedirme que confíe en ella.

-Eso no la detuvo para preocuparse por ti.

-Monitorearme.

-Robbie.

Running With The Wolves (Lauren Jauregui y tú)Where stories live. Discover now