XXXVII

144 15 2
                                    

El camino al puente estaba desierto cuando llegué.

No había farolas de luz. Solo la luna y las estrellas. Estaba muy oscuro. Las luces de mi camioneta alumbraban el puente y unos cincuenta metros. También estaba vacío. Pero podía sentirlos. Un veneno en la tierra que de alguna manera se había vuelto mía. Era una plaga entre la hierba, y los árboles, y las hojas que temblaban con el viento. Una herida que comenzaba a infectarse. Apagué la camioneta y dejé las luces encendidas. El motor hizo un ruido. Respiré de manera lenta y uniforme.

Mike y mamá no regresaron. Me hubiera gustado que lo hicieran, aún cuando no fueran reales.

No quería caminar sola. Las ataduras de la manada estaban completamente cortados.
Me sentía fría y vacía. Hacía mucho tiempo que no me sentía así.

Tomé la barreta de metal de debajo del asiento. Se sentía más pequeña. Abrí la puerta de la vieja camioneta, se quejó en medio de la noche calma. Salí al camino de tierra. No tuve miedo. No me sobresalté.

Sujeté con fuerza la barreta y cerré la puerta. Me moví hacia el frente de la camioneta, los focos delanteros alargaban mi sombra, haciéndome lucir como un gigante sobre el puente de madera. Sentí el momento en el que atravesé las guardas, fue como caminar a través de una tela de araña. Un roce en la piel y luego nada.

Los grillos chirriaban entre la hierba. No vacilé, la barreta se sentía fría en mis manos. Un destello color violeta en los árboles, parpadeando una vez y luego otra. Luego otro par, y luego otro y otro.

Vinieron. Salieron de las sombras. Eran diez. Omegas. Más feroces que todos los que había enfrentado antes. Sus ojos eran de un violeta continúo. Estaban a media transformación, babeando a través de sus bocas cargadas de colmillos. Empujaban a seis humanos frente a ellos.

Tenían las manos estaban atadas por detrás de sus cuerpos. Los habían amordazado. Cinco adultos y un niño. Todos se veían aterrados, con los ojos muy abiertos y las mejillas bañadas de lágrimas. Dos hombres, tres mujeres y un niño pequeño.

Los reconocí a todos, los había visto en Green Creek. Iban al taller, a la tienda de comestibles, los veía por la calle, nos saludábamos. Decíamos cosas como "ten un buen día" y "me alegra verte de nuevo" y "espero que todo esté bien".

El señor Fordham no estaba con ellos porque había sido asesinado mientras yo escuchaba. Los humanos parecieron aliviarse al verme. No era su Alfa, no antes. Pero lo sería al menos por lo que me quedara de tiempo.

El niño pequeño, William, era su nombre. Su madre, Judich.

-Oigan, está bien. Todo está bien. Sé que tienen miedo, lo sé. Pero estoy aquí ahora. Estoy aquí y les prometo que haré lo que sea para que todo esté bien. Tengan fe en mí, yo me encargaré de ustedes.

Los Omegas gruñeron al reír. Rasparon sus garras contra la piel de los humanos, dejando verdugones sin hacerlos sangrar. Y ellos lloraron, lágrimas y mucosidad recorrieron sus rostros.

Los Omegas se detuvieron frente al puente, de pie detrás de las personas. Los obligaron a ponerse de rodillas en la tierra. Sus garras los sujetaban por los hombros. El que estaba detrás de William era el más grande de todos y parecía el más malvado. Cubrió el rostro del pequeño con sus garras, sus dedos eran anzuelos debajo de su barbilla.

Acarició la mejilla de William con la garra de su pulgar, hundiendo la piel. No tomaría demasiado, solo una ligera presión y William estaría...

Otro hombre se acercó. Me pregunté por el dramatismo de los hombres lobo. En especial el de estos, que se revelaban lentamente. Probablemente era idea de Simon lo de salir uno por uno. El sabía lo que me causaría ver la cara de Osmond. Él estaba jugando un juego y yo estaba cayendo, porque me tomó todo lo que tenía no lanzarme hacia él. Los años no habían sido benevolentes con Osmond. Se veía demacrado y más pequeño de lo que recordaba. Más delgado. Tenía círculos oscuros por debajo de sus ojos y parecía nervioso, sus manos se flexionaban y formaban un puño una y otra vez.

Running With The Wolves (Lauren Jauregui y tú)Onde histórias criam vida. Descubra agora