Capítulo 1

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Salía de la universidad a toda prisa, intentando no cruzarse con la persona a la que llevaba evitando una semana. Pero ese día, la otra, harta de excusas baratas, decidió plantarle cara y esperarla en la puerta principal.

-Natalia.- La llamó. La morena no pudo evitar un escalofrío. La última vez que la había escuchado pronunciar su nombre había sido entre gemidos.

Y no era capaz de sacarse aquella noche de la cabeza.

-Alba, hola.- Sonrió nerviosa, rascándose la nuca.- ¿Qué haces aquí?

-Estudio aquí.- Alzó una ceja, y Natalia quiso darse cabezazos contra la pared por lo absurdo de la situación.

Era Alba, su mejor amiga. La persona que había estado siempre con ella, tanto en lo bueno como en lo malo. No tenía por qué sentir nervios, ni miedo, ni nada que se le pareciese.

Era su zona confort.

-¿Vienes... Vienes a casa a comer?- Se mordió el labio nerviosa la rubia. Odiaba aquel distanciamiento.

-Claro.- Cedió, acercándose un poco a ella sin saber muy bien cómo saludarla.

El trayecto hasta casa de la rubia lo hicieron casi en silencio. Hablaron un poco de cómo les había ido esa semana, pero sin entrar en detalle, pues preferían esperar a estar en la comodidad del sofá.

-¿Cómo van las cosas con Ali?- Preguntó Alba cuando ya habían terminado de comer y se habían sentado en el sofá.

-Bueno.- Murmuró.- Lo... Lo hemos dejado.

-¿De verdad?- Musitó, sintiéndose mal de repente. No sabía si porque pensaba que había sido su culpa, o porque ella había empezado a conocer a un chico. Aunque aquella segunda opción no tenía mucho sentido para Alba.- Se lo contaste entonces, ¿no?

-No podía no contárselo, Alba.- La miró obvia.- Y aunque no se le hubiera contado... La hubiese dejado.

-¿La has dejado tú?- Preguntó sorprendida.- Pensaba que sería al revés.

-Ella quería intentarlo una vez más, pero... No sé, no quiero jugar más con ella.- Terminó por decir.

-¿Seguir jugando con ella?

-Nunca he estado enamorada de ella, ya lo sabes.

-¿Y por qué has decidido dejarla justo ahora?- Se limpió el sudor de las manos en los pantalones. Se estaba poniendo nerviosa.

-Porque creo que ya está bien dejar de mentirle. A ella y a mí.

Se quedaron en silencio una vez más. Hablaban cada cosa cogiéndolas con pinzas. No sabían qué decir ni qué no decir. Tenían temas pendientes pero había mucho miedo de por medio.

-¿Ya te han dado la nota del corto?- Cortó el silencio cuando se le llegó a hacer incómodo.

-Aún no. Se supone que la semana que viene.

-Guay.- Musitó, mirando cualquier parte del salón menos a la rubia.

-¿Hablamos?- Se acercó a Natalia un poco, cogiendo su mano.- Hemos estado una semana entera sin vernos.

-¿Vamos a hablar de lo que pasó en algún momento?

-Nat...-Tragó saliva.- Es que no hay nada que hablar. ¿Para ti significó algo?- Preguntó con miedo. No sabía si prefería que le dijese que sí o que no. Sentía que ambas le dolerían por igual.

-¿Para ti no?- Alzó una ceja.

-No me gustan las chicas, Natalia.- Quiso recordarle. O recordarse.

-No me vengas con gilipolleces.- Se rió irónica.- No puedes pretender que me crea eso después de haberte acostado conmigo.

Confesiones de invierno.// AlbaliaWhere stories live. Discover now