Capítulo 7

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Se había levantado de mal humor por culpa de los ruidos que provenían del piso de arriba. No es que sonase demasiado, pero haber escuchado varias veces el cabecero de la cama contra la pared, le daba una ligera idea de lo que estaba ocurriendo. Y no podría haber tenido un despertar peor.

-No puedo más con esto.- Bufó una vez se puso en pie.

Hizo varias cafeteras para que hubiese café hecho para todos. Al parecer nadie más se había despertado. Bueno, excepto los causantes de su mal humor.

Desayunó tranquilamente mirando las redes sociales en su móvil y, cuando se quiso dar cuenta, Alba estaba frente a ella, con una sonrisa, el pelo algo despeinado y una camiseta algo larga cubriendo su cuerpo.

-Buenos días, Nat.- Saludó con un beso en la mejilla.

-Serán para ti.- Murmuró sin poder evitarlo.

-¿Se ha escuchado mucho?- Abrió mucho los ojos la más bajita.- Joder, perdona.

-A vosotros no, era más el cabecero. Pero bueno, solo me he despertado yo así que tranquila

-Buenos días.- Apareció Nael por la puerta de la cocina con una sonrisa, acercándose a Alba y abrazándola por atrás.- He salido del baño y ya no estabas.- Dejó un par de besos en su cuello, provocando las risas de la rubia.

-Es que tenía hambre.- Contestó con voz inocente.- Menudo despertar.

Natalia, que estaba observando aquella escena y, tras mirar su desayuno, se levantó. Se le había revuelto el estómago. 

La mañana pasó tranquila, cada uno se levantó a una hora distinta y, cuando se hizo la una y media, decidieron aprovechar el jardín que había para hacer una barbacoa.

-Me pido ser de las que se quedan bebiendo cerveza.

-No quieras ayudar tanto, Mari, que nos dejas sin cosas para hacer.- Se burló Miki.

-Me apunto al plan de la Mari.- Le apoyó Marina junto con Sabela y Marta.

-Yo la hago.- Se encogió de hombros Natalia.- Alguna que otra vez he hecho con mi padre cuando quedamos con Alba y su familia, así que sin problemas.

-Yo te ayudo si quieres, que alguna que otra he hecho también.- Le sonrió Nael. Natalia se lo agradeció con una sonrisa algo fingida. No le caía mal el chico, no le había hecho nada como para eso. Pero tener que estar con él a solas le ponía de los nervios. Al fin y al cabo no dejaba de ser el que se había acostado con la chica de la que estaba enamorada hacía unas horas.

Se abrieron una cerveza cuando consiguieron encenderla, lo que les había costado un poco por culpa del aire que hacía, que no era demasiado pero sí el suficiente como para que no se hubiera encendido a la primera.

Empezaron a hablar de los estudios de cada uno, del plan que tenían en un futuro al acabar la carrera y del grupo de amigos de Natalia, pues le estuvo contando distintas anécdotas para que entendiera alguna que otra broma que se iban soltando a lo largo de las horas.

-¿Dónde dejo la hamburguesa vegana que sobra?- Preguntó el castaño cuando puso la de Alba para hacerla.

-No, no, hazla también. Esa me la comeré yo.- La cogió ella misma para ponerla.- No le gusta el olor de la carne cuando se nota mucho, así que me hago una vegana y me siento a su lado para intentar evitar que le llegue el olor.- Explicó sin darle demasiado importancia mientras ponía las distintas verduras para la rubia y ella misma.

-Te gusta Alba, ¿verdad?- Afirmó más que preguntó, consiguiendo que a Natalia, que estaba cogiendo su cerveza, se le cayese de las manos.

-¡Nat!- Abrió mucho los ojos Alba, que iba hacia ellos para ver cómo iba.- ¿Estás bien?- Se acercó deprisa.

Confesiones de invierno.// AlbaliaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora