Capítulo 5

565 62 16
                                    

Apagó el cigarro cuando vio a Alba girar la esquina al final de la calle en la que quedaban por las mañanas para ir a clase. Tuvo que hacer un esfuerzo enorme para sonreírle, pues aún tenía la imagen de aquel tío besándola la tarde anterior.

-¿Tú no tienes nada que contarme?- Preguntó nada más la tuvo frente a ella.

-Buenos días a ti también, ¿eh?- Soltó una risilla.- ¿Qué te tengo que contar?

-Pues mira.- La cogió del brazo, empezando a andar.- Resulta que ayer iba por el centro con Elena, ¿sabes?- Giró ligeramente la cabeza para mirar a su amiga.- Y a que no sabes lo que vi al pasar por la cafetería a la que solemos ir tú y yo.

-Nat.- Se mordió el labio nerviosa.- Yo... Es que aún era muy reciente y...

-Exacto.- La ignoró.- A un tío metiéndote la lengua hasta la garganta.- Terminó de decir.

-Nat, jo.

-¿Por qué no me lo habías contado antes?

-Porque aún lo estaba conociendo. Y no quería contarte nada hasta que no estuviera un poco más estable.- Trató de explicar.

-¿Desde cuándo lo estás conociendo?

-No sé, una semana y pico.- Murmuró.

-¿Antes o después de follar conmigo?- En cuanto lo preguntó, se arrepintió de sus palabras.

-¿De verdad vas a volver a sacarme el tema?- Bufó la otra. No había estado comiéndose la cabeza para hablarlo con ella y, que Natalia, saltase en cuanto viese la oportunidad.- ¿Qué es lo que te molesta? ¿Que me lo haya follado a la vez que me acostaba contigo? ¿O que con él sí que haya significado algo?- Alba, que no entendía el por qué del enfado de Natalia, ni el por qué se sentía tan mal al saber que la otra los había pillado, explotó de la peor forma posible.

-No tienes ni puta idea, Alba.- Se rió irónica.- Nos vemos al salir, mejor.- Dijo antes de echar a andar más rápido sin ni siquiera esperar una respuesta.

El resto del día ni siquiera se miraron. A Natalia le habían sentado muy mal las palabras de la rubia, pues aunque sabía que Alba no estaba al tanto de sus sentimientos, no dejaban de dolerle. La otra, por su parte, no era capaz de sacarse a la morena de la cabeza. No sabía qué le dolía exactamente, si no entender la reacción que tuvo o no entenderse a ella misma. ¿Por qué le había sentado tan mal que le hubiera pillado? Quiso pensar que era por no habérselo contado antes, pero a esas alturas ni ella misma se creía esa excusa. No sabía el qué, pero había algo más.

-Hemos estado pensando en irnos el viernes al chalet de Pablo.- Comentó María cuando, aquella tarde en el bar, ya estaban todos sentados.

-Por mí guay.- Se apuntó Julia enseguida.

-¿Puedo invitar a alguien?- Musitó la rubia algo nerviosa, mirando de reojo a Natalia, que solo supo que soltar una risa nasal y apartar la mirada.

-¿A quién?- Frunció el ceño Marina.

-A su novio.- Contestó Natalia por ella.- Que es que ahora resulta que está con uno.

-Natalia.- Le advirtió la rubia.- Para.

Los otros las miraban a las dos sin entender nada, para después mirarse entre ellos para ver si alguno sabía lo que estaba pasando.

-No, no paro. Es que me parece muy fuerte, Alba.- Bufó.- O sea, después de ac...

-¡Natalia!- Abrió mucho los ojos.- Ni se te ocurra.

-Ah, que encima te dará hasta vergüenza.- La miró a los ojos, entre rabia y dolor. Alba notó cómo mil dardos se le clavaban en el pecho ante aquella mirada. No sabía qué estaba haciendo mal, pero no le gustaba nada aquella sensación. Si no le debía nada a Natalia, ¿por qué se sentía así?

Confesiones de invierno.// AlbaliaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora