Capítulo 8

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Había pasado una semana desde el fin de semana en el que se habían ido todos juntos, incluido Nael. Desde entonces, Alba no era capaz de pensar en otra cosa que no fuera en Natalia.

-Pues ayer fui con Nat a una librería súper chula, ¿sabes?- Le contó emocionada a Nael, que aunque intentaba no comerse mucho la cabeza, se había dado cuenta de que Alba no dejaba de hablar de ella.

-Alba, ¿te puedo hacer una pregunta?- Frenó el paso, apartándola de la gente.

-Claro, ¿qué pasa?- Frunció el ceño.

-¿A ti te gusta Natalia?

-¿Qué? No. ¿Qué?- Negó repetidas veces con la cabeza.

-No dejas de hablar de ella. Todo el día que si Nat esto, que si Nat lo otro. Y mira que es fácil darse cuenta de que ella está pillada por ti. Pero es que parece que tú también estés pillada.

-Que no me gusta, Nael.- Se puso algo más seria.- Ya lo que me faltaba, que hasta tú me saques el temita.

-No es eso, Alba. Es solo que os he visto. Y joder.- Hizo una mueca.- La he visto contigo. Pero es que también te he visto a ti con ella. Y sé que nunca voy a ser tu prioridad.

-Nat es muy importante para mí, Nael.- Suspiró, apartando la mirada por unos segundos.- Pero no me gustan las chicas. Así que no, no me gusta.

Durante esa tarde, Alba no pudo evitar darle vueltas al tema, hasta el punto de que le tocó hablar con su hermana a la hora de la cena. Lo que no esperaba era resolver, por fin, sus dudas.

-¿Pero tú te escuchas?- Abrió mucho los ojos Marina.- O sea, me cuentas que te has acostado con ella, dos veces además. Que cuando estás con Nael piensas en ella, que el otro día casi gimes su nombre... No sé, Alba, o eres gilipollas o ciega. Y yo voto más por la primera.

-Pero es que no me gusta, Marina. No me gustan las chicas.- Bufó desesperada.

-¿Te has planteado que, a lo mejor, no te gustan las chicas pero sí Natalia?- Alzó una ceja. Por la cara que puso Alba, supo que había dado en el punto justo.- A ver.- Suavizó el tono de su voz.- ¿Piensas mucho en ella? ¿Te pones nerviosa cuando estás con ella? No sé, ¿va ella por encima de Nael?

-Pero eso es porque es Nat. Es... Es...- Se encogió de hombros.- No sé, es que es ella, Marina.- La miró, reflejando en sus pupilas el vértigo de quien no sabe lo que viene a continuación. Y para Alba, el precipicio eran los sentimientos que estaba empezando a descifrar.- La quiero.- Murmuró.- Y me... Me gusta.

-¿Y estás bien con todo esto?- Quiso asegurarse.

-Sí, no sé.- Se mordió el labio.- O sea, que sea una chica o no me da igual. Eso no es lo que me raya. Pero... No sé, se me hace raro porque pensaba que nunca la vería como algo más. Bueno, y un poco también lo de que sea una chica.- Hizo una mueca.- Pero más que nada porque veo a otra tía por la calle y no me llama la atención, ¿sabes?

-¿Pero tú piensas en Natalia y te volverías a acostar con ella?

-Sí.

-¿Te pone cachonda?

-Sí.

-Pues todo lo demás da igual, Alba.- Sonrió tierna, abrazándola con fuerza.- Tú haz lo que creas que debes hacer, que yo voy a estar aquí, ¿vale?

-Creo que, de momento, lo voy a dejar con Nael.

Fue la tarde siguiente, aprovechando que era domingo, que Alba quedó con Nael. Su hermana se había ido con unas amigas suyas para darle la tranquilidad de estar en un sitio más privado, pues la conversación que iban a tener no era agradable de hacerla en público.

Confesiones de invierno.// AlbaliaWhere stories live. Discover now