Capítulo 3

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A las siete y media entraba con Natalia por la puerta de la universidad. Hasta las diez y media ninguna de las dos tenía clase, pero quedaban todos los días para desayunar algo en la cafetería y después estudiar un poco. O eso es lo que pretendían siempre, pero se quedaban hablando de cualquier tontería hasta que se hacía la hora.

Esa vez, sin embargo, Alba sacó su estuche y sus apuntes para estudiar de verdad. Natalia supo entonces que las cosas no se habían solucionado aún. Que había algo que se le escapaba de las manos y que hacía que la rubia siguiese distante. ¿Sería que de verdad se estaba replanteando las cosas?

-Albi.- Frunció el ceño.- ¿Te pasa algo?

-A mí no, ¿por?- Contestó sin ni siquiera mirarla.

-Porque estás rara.

-No estoy rara. Intento estudiar.

-Por eso mismo. Nunca nos hemos puesto a estudiar a estas horas.- Alzó una ceja.

-Tengo mucho que hacer. Y esta tarde he quedado.

-¿Con quién? ¿Han dicho algo por el grupo y no me he enterado?- Sacó su móvil para revisarlo. Odiaba los grupos de WhatsApp. De hecho, el único en el que había aceptado que le metiesen, era en el de su grupo de amigos, pero a Alba siempre le tocaba avisarla de todo por privado o cuando se veían.

-No, no. He quedado con...

-¡Buenos días por la mañana!- Saludó María al sentarse al lado de Natalia.- ¿Cómo estáis? ¿Todo bien por el reino Albalia?

-Eres imbécil.- Respondieron las dos a la vez. Ya estaban más que acostumbradas a las tonterías de María, pero esa vez ambas se tensaron sin poder evitarlo. Se miraron de reojo y, casi a la vez, apartaron la mirada, cada una a sus cosas.

-¿Está estudiando?- Alzó una ceja María.

-Sí.- Se encogió de hombros Natalia, que se levantó cuando vio que eras las diez.- Voy a fumarme un cigarro antes de que se me haga más tarde. Nos vemos luego, Albi.- Se acercó para darle un beso en la mejilla, notando cómo la rubia contenía la respiración y hacía el amago de apartarse. No se entendía ni ella.

Cuando se hicieron las dos y media, buscó a Alba en la puerta, pero no la vio y eso le sorprendió, pues siempre salía antes que ella. De normal acababan comiendo en casa de la rubia, pues en su casa era casi imposible estudiar entre sus hermanos y su abuela.

Abrió el WhatsApp para comprobar que no tenía ningún mensaje y, al ver que no lo tenía, se sentó en los escalones a esperarla. Cuando pasaron quince minutos, decidió irse a su casa. Sentía que había hecho algo mal. Igual Alba no estaba planteando nada y ella estaba haciendo el imbécil. Quizás, incluso había empezado a sospechar de que le gustaba y había preferido mantener ciertas distancias.

Acabó yendo a la biblioteca a estudiar, avisando antes a la rubia por si quería pasarse en algún momento de la tarde. Solo recibió un "ok" por su parte. Cuando se cansó de intentar estudiar, porque en realidad no había conseguido concentrarse, se fue a dar una vuelta por el centro. Necesitaba pensar con claridad.

Entró en el Fnac, pero se arrepintió cuando cualquier cosa que veía le recordaba a Alba. Vio un libro que pensó que podría gustarle, y aunque dudó, terminó comprándoselo.

Esos pequeños detalles entre ellas eran normales. Quizás si ella se comportaba como siempre, conseguía que la rubia volviese a estar como siempre.

Bicho palo.

Hola Albi
He acabado en el Fnac
Te he comprado un libro
Es que me he acordado de ti solo con el título
Y luego he leído de qué iba
Y he pensado
"Hostias este le fliparía a Albi"
Así que eso
Que te he comprado un libro
Si quieres te lo llevo mañana
O bueno, si al final quieres quedar un rato
Pues te lo doy luego
Me vas diciendo cosas
Ya paro perdón
Te quiero rubia

Confesiones de invierno.// AlbaliaWhere stories live. Discover now