Capítulo 17

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Después de organizar cómo dormirían esa vez, Natalia se ofreció a ir a comprar. No dudó en volver a usar la excusa de que Alba fuera con ella para elegir las opciones vegetarianas o veganas.

-Oye Nat.- Habló la mayor de las dos cuando ya había aparcado.- ¿Tú crees que sospechan algo de lo nuestro? Es que no paran de mirarnos cada vez que hablamos.

-A ver, sospechar, lo que se dice sospechar...

-O sea que sí.- Hizo una mueca.- Es que eso es lo que me echa para atrás. Si ni siquiera lo saben seguro y ya están así...- Bufó. Quería disimular que al día siguiente, por fin, iba a decirlo a sus amigos.

-Saben que me gustas.- Musitó.

-Cierto.- Asintió al recordar la vez que la escuchó cuando aún estaba con Nael.

-¿Cómo que cierto?- Frunció el ceño, mirándola con los ojos entrecerrados mientras cogía un carrito.

-Es que... Verás, mi amor, mi vida, mi todo.- Cogió su mano.- El día que se lo dijiste... Pues... Yo justo bajaba a por agua, porque tenía sed... Y resulta que te escuché.

-¿Perdona?- Abrió mucho los ojos.- ¿Y aún así te esperaste varios días hasta decírmelo, asquerosa?

-Eso fue porque lo acababa de dejar con Nael.- Soltó una risilla al ver a la otra haciendo burlas.- Ay, Nat, jolines.- Se abrazó a ella, llenando su mejilla de besos.

-Menos mal que te quiero un poco.- Musitó, rodeando su cuerpo con su brazo y dando un par de palmadas en su espalda.

-Oye, no me seas imbécil y abrázame bien.

-¿Y si no, qué?- Soltó una risilla.

-Te quedas sin dormir conmigo.

-Vale.- La retó con la mirada, acercándose a ella hasta quedar a pocos centímetros de su boca.- Pues me quedo sola con Miriam.

-Hija de puta.- Frunció el ceño.

-A la próxima me insultas.- Le sacó la lengua, adelantándose un par de pasos para continuar con la compra.

Tardaron más de lo que los demás esperaban. Entre piques y besos robados en cada pasillo del supermercado, estuvieron casi dos horas en el pueblo. Por no hablar de los minutos que gastaron en el coche para besarse como no habían podido antes por estar en público.

-Madre mía se ha hecho tardísimo, Nat.

-Joder, si le ha dado tiempo a esta a venir.- Bufó al ver un coche de más.

-Yupi.- Rodó los ojos Alba, cogiendo un par de bolsas del maletero y dejándole las demás a Natalia.- Un solo roce contigo y no respondo de mis actos, Natalia.

-Tira, piojo.- Se rió.- No me seas tóxica, ¿eh?

-No es ser tóxica, Nat. Es simplemente dejar claro que lo mío no se toca.

-Lo que tú digas.- Volvió a reírse, sabiendo que la otra estaba bromeando.

En cuanto la morena puso un pie en la casa, notó un cuerpo abalanzarse sobre ella. Tuvo que soltar las bolsas para poder sujetarse a Miriam cuando notó que perdía el equilibrio.

-Hola, Nat.- Le dio un beso en la mejilla.

-Así solo la puedo llamar yo.- Dijo la rubia al pasar por su lado, mirándola por unos segundos y bufando.- Lo que hay que aguantar hoy en día.

-Hola a ti también, Albita.- Sonrió divertida Miriam, sin separarse casi de Natalia.- ¿Te ayudo con esto, guapa?- Cogió una de las bolsas del suelo, yendo hacia la cocina con la morena tras ella y aprovechando para andar de forma sugerente. Natalia, por su parte, solo era capaz de observar a Alba, que tenía aún el ceño fruncido y se peleaba con un paquete de galletas que no alcanzaba a dejar en uno de los armarios.

Confesiones de invierno.// AlbaliaWhere stories live. Discover now