Capítulo 13

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La comida había durado bastante más de lo que esperaba Natalia. Su abuela había ido a comer ese día y pocas veces conseguían coincidir todos debido al trabajo de su madre. Cuando eran las siete de la tarde y su abuela anunciaba que iba a marcharse, Natalia aprovechó para decir que la acompañaría a casa y que después se quedaría en casa de Alba. Elena, que lo último que sabía de ella era que estaba con un chico, no pudo evitar intentar averiguar cómo iba con todo aquello.

-¿Cómo va Alba con Nael?

-¿Quién es Nael?- Indagó Santi.

-El novio de Alba.- Informó Elena.

-¿Alba tiene novio? No nos habías dicho nada.- Se sorprendió Mikel.

-¿Y lo conoces? ¿Es buen chico? A ver si lo trae algún día y lo conocemos.- Añadió María, que ya era como una segunda madre para Alba.

-No tiene novio.- Terminó por aclarar cuando por fin le dejaron hablar.- Lo dejaron hace relativamente poco.

-¿En serio?- Se sorprendió la menor de los tres hermanos. Le sabía mal por Alba, pero saber que su hermana no estaría mal por ello le alegró.

-Bueno, que nos vamos la abuela y yo, ¿eh? Nos vemos mañana.- Quiso salir de ahí antes de tener que seguir dando explicaciones sobre la vida amorosa de su, ahora, novia.

-No, no, no, de eso nada.- Alzó una ceja Elena.- Yo quiero detalles.

-¿Vuelvo a tener posibilidades con ella entonces?- La picó Santi, que nunca había dicho nada respecto a lo que sentía Natalia, pero que los conocía de sobra por ser demasiado obvia la morena.

-Te callas.- Lo miró seria, dándole una colleja.

-Mírala cómo se pica.- Se burló Elena.

-Os odio.- Rodó los ojos, acercándose a su madre y a su padre para darles un beso a cada uno antes de despedirse definitivamente.

Acompañó a su abuela hasta su casa, que aunque no vivía cerca de Alba, tampoco se desviaba demasiado. Le encantaban esos ratitos con ella a solas. Era como que el mundo dejaba de existir por unos minutos. Solo estaban ellas dos, sin ruido alrededor. Sin problemas. Sin nada por lo que preocuparse.

-Nos vemos la semana que viene, ¿vale?- Se despidió de ella cuando ya había abierto la puerta del portal.

-El sábado que viene podríais venir vosotros, que hace mucho que no os hago esos macarrones que tanto os gustan.

-Buah, me parece la mejor idea del mundo.- Asintió repetidas veces con la cabeza.- Venga, nos vemos el sábado.- La abrazó, dejando varios besos en su mejilla.- Te quiero mucho.

Cuando comprobó que su abuela entraba en el ascensor, emprendió el camino hacia casa de Alba. Le apetecía mucho verla, pasar un rato con ella y hablar de todo y nada a la vez como siempre hacían.

Le apetecía de verdad. Pero tenía a los miedos escalando sus muros y eso no le gustaba.

-¡Nat!- Saltó sobre su cuerpo en cuanto la tuvo delante.- Te he echado un montón de menos.- Empezó a repartir besos por toda su cara.

Los miedos, en aquel momento, desaparecieron. Era tenerla delante y recuperar toda la seguridad que le faltaba.

-Pero si nos hemos visto esta mañana, rubia.

-Pero me gusta mucho estar contigo.- Susurró, buscando sus labios y soltando un suspiro casi se podría decir que de alivio ante el contacto.

-A mí también.- Sonrió tímida

-He preparado una peli para ver.- Tiró de ella hacia el sofá cuando ya había cerrado la puerta.- Bueno, tengo una mini lista de tres pelis posibles que me apetece mucho que veamos juntas. Pero si prefieres otra, pues podemos ver otra.

Confesiones de invierno.// AlbaliaOù les histoires vivent. Découvrez maintenant