Capítulo 22

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-Hoy no puedo, Albi.- Le pasó el brazo por los hombros.- Mi madre me ha dicho que viene mi abuela a comer, así que imposible. Pero si quieres luego me paso por tu casa y cenamos juntas... Y oye, igual surge que me quieres invitar a dormir.

-Tienes más morro...- Se rio.

-Uy, si no quieres no, ¿eh?- Se separó de Alba, haciéndose la digna.- Que yo sola duermo muy bien.

-Va, no seas tonta.- Le dio ligeramente con el codo en el costado.- Además, seguro que si duermes conmigo, acabas más relajada.

-Como si me hicieras falta.- Siguió haciéndose la orgullosa.- Yo solita me basto, que lo sepas.

-Me vas a comparar esto.- Cogió dos de sus dedos, mirando alrededor por unos segundos y metiéndoselos en la boca al ver que no había gente.- Con esto.- Susurró, mirándola fijamente tras haber chupado sus dedos.

-Alba...- Frunció el ceño.- Es que siempre me pones cachonda cuando menos oportuno es.

-¿Entonces es lo mismo que te metas los dedos a que yo use la lengua, Nat?- Sonrió inocente.

-A las ocho estoy en tu casa, piojo.- Le sacó la lengua.- Nos vemos luego.- Se despidió después de darle un beso en la mejilla.

Al llegar a casa, Natalia no se esperaba lo que encontró. Estaban sus padres sentados en sillas y sus hermanos frente a ellos en el sofá, con cara de pocos amigos. O habían hecho algo y estaban recibiendo una bronca, o pasaba algo.

-Ya estoy aquí.- Frunció el ceño.- ¿Y la abuela?

-Resulta que era mentira.- Respondió Elena enfadada.- Que era para que no hiciéramos planes ninguno.

-¿En serio?- Alzó una ceja.- Iba a quedar con Alba para estudiar y al final le he dicho de ir a eso de las ocho.

-Siéntate, por favor.- Pidió Mikel, visiblemente más nervioso que María.

-¿Qué ha pasado?- Empezó a preocuparse la mayor de los tres hermanos.

-Tenemos que irnos de Valencia.

-¿Y cuándo volvéis?- Preguntó Santi.

-Nos mudamos de España.- Intervino María para ir directa al grano.

Tras aquella información, solo hubo silencio y miradas entre los cinco presentes.

-Estáis de coña.- Elena fue la primera en hablar, que enseguida estuvo respaldada por Santi, que no reaccionó mucho mejor. La morena, sin embargo, solo se dedicaba a mirar a sus padres.

-Me han dado trabajo en un hospital y... Sabéis que aquí no estamos muy bien económicamente. Estamos tirando de ahorros para poder llegar a final de mes.

-Ni de coña, nosotros nos quedamos.- Siguió Santi a lo suyo.

-No seáis niñatos.- Interrumpió Natalia para sorpresa de sus padres. Se esperaban una negativa por parte de los tres.- No habrá sido fácil para ellos tomar esta decisión. Habrán mirado mil opciones para no tener que irnos, así que si deciden que debemos hacerlo, vosotros os aguantáis, cerráis la boca, y apechugáis. Mantener una familia con tres hijos tiene que ser jodido, y dentro de nada vosotros dos también vais a empezar la universidad. ¿Os vais a pagar vosotros los estudios?

-Parece que te quieras ir.- Se puso a la defensiva Elena.

-Créeme que lo que menos quiero es irme después de conseguir estar con la chica de la que tantos años llevo enamorada, Elena.- La miró con seriedad.- Pero nos vamos a ir queramos o no, así que por lo menos no les hagamos pasar por el mal trago de enfadarnos. Que nosotros lo dejamos todo aquí pero ellos también.- Se levantó.- Ahora si no necesitáis nada más, me voy a dar una vuelta.- Miró a sus padres, que asintieron con la cabeza y le dedicaron una sonrisa. Necesitaban ese apoyo.

Confesiones de invierno.// AlbaliaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora