13 - Ira

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Michael Foster atendía a las noticias en su despacho. La reportera informaba sobre la misteriosa explosión que había tenido lugar en el hospital La Cruz. Con ese, ya sumaban dos los hospitales destruidos por causas desconocidas en un corto período de tiempo. El desastre se atribuía a los terroristas que actuaban en contra de la nueva sociedad, pero el presidente de Storm Company sabía que esa no era la verdad. Sonreía porque sus órdenes habían sido cumplidas al pie de la letra.

Esa noche, Michael permanecía en el edificio empresarial porque esperaba la visita del director Hans. La mayor parte de la plantilla ya había concluido su jornada laboral, solo unos pocos oficinistas y el personal de seguridad seguían trabajando. Su secretaria Mary le avisó de la llegada de Jason Hans, a quien le indicó pasar de inmediato.

El director de las instalaciones de la isla Cyrean entró acompañado. Como de costumbre, lucía elegante con su traje gris y su larga y ondulada melena negra. Su compañera, por el contrario, destilaba un aspecto siniestro reforzado por su bello rostro de rabiosa expresión. Además de poseer unos pálidos cabellos rubios y una piel grisácea, la rareza de sus ojos no pasaba desapercibida, pues sus iris ámbares resplandecían como el fuego. Vestía con un uniforme similar al nuevo modelo de las CES, ceñido al cuerpo, pero mucho más avanzado tecnológicamente.

―¡Señor Presidente! ―Jason le estrechó la mano.

―¡Cuánto tiempo, Jason! ¿Quién te acompaña? ―preguntó Foster, intrigado, hasta que reparó en que se trataba de una cara familiar―. ¿Es la doctora Anna Stewart?

―Ahora es Quimera. Quimera, no seas descortés y saluda a nuestro presidente ―le ordenó Jason.

―Buenas noches, señor Presidente ―saludó Quimera con un tono gélido.

―¿Qué le ha pasado? Era una mente brillante ―cuestionó Foster, expresando su descontento, y les ofreció asiento, pero Quimera se mantuvo de pie.

―Con el debido respeto, señor, Anna era una puta zorra. Estaba a punto de vendernos. Su destino era seguir sirviéndonos, solo que ahora lo hace de otra forma. Digamos que murió y renació ―alegó Jason, cautivando a Michael.

―¿Qué es exactamente?

―Es una mutación, una muerta con ciertas capacidades sobrehumanas. Es la evolución, el futuro.

―Si es como Evan, o como esas otras criaturas, recuerda que son inestables. No podemos permitir que esas criaturas deambulen por ahí. Deberías deshacerte de ella ―le sugirió Michael, prácticamente sonando como una orden.

―Señor, de eso quería hablarle. Comenzaré por el principio. Uno de esos terroristas hijos de puta se infiltró en Cyrean e hizo volar las instalaciones. Aquello se convirtió en un infierno. El personal volvió a la vida. Parecían caníbales cazando a los pocos que sobrevivimos a la explosión. Aproveché el caos para limpiar las pruebas y me hice con las grabaciones. ¡Je! —Hans entrelazó los dedos y ensanchó su perversa sonrisa—. Vi dos mutaciones interesantes que conservaban parte de su inteligencia. Incluso hablaban. La pena es que las perdí porque esta zorra y una cucaracha de las FOP luchaban por sobrevivir. Pero no importa, he solicitado que busquen sus cuerpos debajo de los escombros. Al final, tuve este precioso regalo. Antes de morir, le inyecté mi droga de control más avanzada, la C666. Ahora es un corderito.

―Una historia interesante, ya lo creo. Me alegro de no haber vivido en primera persona esa... tragedia. Entonces... ¿quieres decir que has conseguido desarrollar una droga que anula la voluntad de esas criaturas y que permite controlarlas? ―preguntó Michael con interés, aunque deducía la respuesta.

―Así es —afirmó Jason—. Si quisiera, la pondría a cuatro patas ahora mismo. Obedece sin rechistar. Es mucho más fuerte que el mejor agente que pueda existir en las CES y en el mundo. Hasta el momento, la C666 y la Cura se han complementado muy bien. Lo que le decía, el futuro está en nuestras manos. Imagínese, los mejores soldados del mundo o la mano de obra más eficiente. Pagarían lo que fuera por una joya como esta. Le puede vaciar todos los cargadores que quiera encima, reventarle medio cuerpo con una granada, lo que sea, y seguirá luchando hasta que su cerebro sea destruido.

Evan 1. Renacer © [En proceso de edición]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora