Capítulo 26.

2.2K 172 1
                                    

Londres.

Ben y yo habíamos acordado poder salir a disfrutar de la noche y lo lindo que se ponía Londres en épocas navideñas, habían un montón de luces rojas, blancas, y verdes también doradas por toda la ciudad. Me parecía bastante increíble y me era imposible no tomarle foto a todo para después enviárselo a Carlos.

– Pareces una niña pequeña.

Dijo Ben mientras sacaba su celular y me tomaba una foto de imprevisto.
Tenía una rebanada de pizza que me había comprado hace unos minutos atrás.

– ¿Por qué?

– Por esto.

Acercó su dedo a mi nariz para limpiar la catsup sobre ella, ambos nos reímos de eso.

– Bueno, en realidad parezco una loca.

– Una loca bastante bonita.

En cuanto terminó su oración gire mi rostro para verle, parecía perdido y bastante concentrado en mí. Me reí y le di un golpe en su hombro para devolverlo a la realidad.

– ¿Qué tanto me ves?

– No te veo a ti, tonta, veo al señor de los globos.

Mintió, pero su risa lo delató.

– ¿Me compras uno?

Dije con un puchero en mi rostro.

– Oh, no.. no me hagas esa cara. No voy a caer.

Dos segundos después me terminó comprando el globo que le pedí, color azul y con copos de nieve. Ahora sí parecía una loca.
Corrimos por todo un pequeño parque, jugando entre nosotros y peleando en broma, claro. Simplemente pasándola bien.

Terminamos bastante cansados y con ganas de un chocolate caliente, por lo cual habíamos decidido ir a su casa y beber un buen vino mientras cocinamos la cena.

Su casa era grande, al parecer la compartía con Mason y era raro que no estuviera. Pero termino explicándome que era por qué tenía una cita muy importante, me límite a hacer preguntas y fuimos a la cocina. Claro que primero tuvimos que decidirnos y crear una pelea campal por qué canción de Taylor Swift escuchar, finalmente accedimos a Paper Rings. Resultó que muy aparte de 1989 le encantaba Lover.

Cocinamos pasta con pollo acompañado de obviamente el vino.

– Me la pasé bien, Benjamín.

Bebí de mi copa de vino.

– Yo también, Sainz.

No pudimos no reírnos, al parecer el vino si golpeaba fuerte en nosotros y después de casi 7 copas lo podíamos comprobar. Nos habíamos pasado de la raya y había sido inevitable, ni siquiera supimos en qué momento había llegado Mason ni cuando se dieron las 3am.

– Allison, yo.. probablemente me arrepentía de esto mañana.

– ¿Por?

Pregunté con toda la inocencia del mundo.
Un par de segundos después sentí como sus labios se estrellaron contra los míos, no pude separarme, le correspondí y no supe el por qué lo había hecho.
Se levantó de su asiento para dirigirse al mío y tomarme de la mano para ponerme de pie. Me pegó a él sin pensarlo y yo enredé una pierna a él.

Ninguno lo planeo, o tal vez sí.

De un momento a otro fuimos a parar a su habitación. Sin ropa, teniendo sexo.
No podía confundirlo con hacer el amor, por qué eso sólo lo podía hacer con Joe..

Pero no podía negar lo bueno que era Ben, sentía que probablemente mañana no podría ni moverme. Era rudo, sí, salvaje, pero no me retrocedía a nada.

Que pasé lo que tenga que pasar.

Cincinnati.

Ahora el plan era recuperar a Allison, aún que Joe tenía que pensar algo bastante inteligente y que no la lastimará. Estaba desesperado, él sólo quería estar con la mujer que amaba y le lastimaba el no poder besarla, abrazarla, o simplemente pasar tiempo con ella.
Sus actuaciones en los juegos eran pésimas, hasta ayer que habían podido recuperarse. Zac tenía en claro lo que le pasaba a su quaterback estrella, sin embargo no quiso presionarlo. Sabía lo que era una relación y le dolía en parte por ver al chico cuál consideraba cómo un hijo, sufriendo por un amor.

– Creo que es necesario que hablemos, Joe. – Dijo Zac sacando de sus pensamientos a Joe, él asintió.– ¿Qué te está pasando?

Hubo cómo dos segundos de silencio, realmente le costaba a Joe él charlar o más bien expresarse acerca de su gran amor la pequeña Sainz.

– ¿Es por Allison, verdad?

Nuevamente Joe asintió, está vez bajo la mirada.

– ¿Has intentado buscarla?

Eso lo sorprendió.
Esperaba algún tipo de sermón o palabras duras para poner su mente en el juego, pero no fue así.

– Le hablé a su hermano para ver si podía contactarla... Pero no hubo respuesta.

– Joe, a veces no es la solución buscar con sus amigos. Llámala tú.

Él mariscal de campo negó.

– No me quiere ver ni en pintura, pero eso me lo tengo bien merecido por no darle su lugar.

– Mira, Joe.. cuando amamos a alguien nos cegamos, y no nos damos cuenta que nuestro ser amado no es de cartón, y siente con las acciones que hacemos. A veces tenemos que darle prioridad, número uno, ya sabes.

– Es lo que intenté hacer, pero.. Coco me cegó y fui un imbécil.

Dijo con coraje a sí mismo.

– No sabía que sólo extrañas el sol cuando la nieve cae, y que sólo extrañas el sol cuando empieza a nevar.. sabes que has sido feliz cuando caes en el bajón, y que extrañas el viaje cuando ya estás en casa. Que la amas cuando la dejas ir.

Ambos se quedaron en silencio, hasta que Zac suspiro y pregunto.

– ¿Y tú qué hiciste?

Parecía que a Joe le habían hecho un nudo en su garganta y estómago, vaya que se sentía vacío sin su brujita.

Yo la dejé ir.

𝗔𝗳𝘁𝗲𝗿𝗴𝗹𝗼𝘄 |  𝑱𝒐𝒆 𝑩𝒖𝒓𝒓𝒐𝒘.Where stories live. Discover now