¿𝓨 𝓭𝓲𝓶𝓮 𝓹𝓸𝓻 𝓺𝓾é?

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El sabor salado de las lágrimas impregnaba mis papilas gustativas, quería dejar de llorar pero no podía, los años de terapia se fueron a la mismísima mierda cuando lo escuche decir "Sería lindo pasar más tiempo juntos...ya sabés como antes...".

Llegué a la oficina la cerré de un portazo, venía hace una semana aguantando esto, bah, una semana esta mal dicho, hace 15 años vengo aguantando esto, todo lo que pasé por culpa de su falta de huevos, nunca me molestó que se vaya sino la manera en lo que lo hizo.

Me senté en la silla y me giré a mirar la pared, los recuerdos caían como catarata rompiendo "la coraza" que armé todo estos años.

Marzo 2007

Sagrada Familia Secundaria, Magallanes 3792.

Suspiré nerviosa y apreté las correas de mi mochila, nueva en la ciudad Feliz, sin amigos y humilde, tenía todo para que me burlen. Al entrar me senté en una mesa del medio y al lado mío había un chico que miraba la mesa, pude notar que miraba hacía la puerta. Empezó la clase y yo saqué mis cosas, las acomodé en mi parte de la mesa y empecé a escribir. Ví que el chico no sacaba nada y lo miré confundida.

-"¿No vas a copiar..?

-"Emm me olvidé la mochila, mi hermano me la tiene que traer..."

Saqué hojas de mi carpeta y una lapicera de más, las puse en su lado de su mesa. Me miró con una pequeña sonrisa y empezó a copiar.

Y así lo conocí, Dibu, o Emi, como yo lo llamaba, en menos de 3 meses era mi amigo, yo iba a verlo a jugar al club que estaba cerca del colegio, Talleres, él venía a casa a que lo ayudé con la tarea, yo iba a la suya para jugar con él a la Gameboy, veíamos la televisión, y así miles de cosas, fue la primera vez que una persona me hizo sentir en un espacio seguro. Cuando pasamos a segundo año ahí empezó nuestra historia, tal vez fueron las hormonas, la manera en que nuestra química evolucionó o simplemente nos empezamos a gustar.

Aún recuerdo nuestro primer beso, nos escapamos de la última clase un viernes, por insistencia de él, al llegar al muelle, contra un poste de luz, él me tomó de la cintura y me beso con una suavidad mezclada con unos labios temblorosos, pusé mis manos, con cierto miedo, en su cuello y seguí ese beso, con cierta timidez, ya que era mi primer beso. Ahí ya empezamos a vernos de otra manera pero en secreto, éramos chicos y teníamos miedo que nuestros padres no nos dejaran estar juntos.

O también las incontables veces que después de sus entrenamientos nos íbamos a atrás de su casa a chapar y hablar de todo lo que queríamos hacer cuando seamos grandes.

Aunque la mejor fue para los 18 de su hermano, Alejandro, los dos nos pusimos en pedo, nos fuimos hasta la playa y estuvimos toda la noche besándonos, no me olvido más cuántas veces le dije que lo amaba y que él era el amor de mi vida. Y él solo me decía lo linda que me veía diciéndole que lo amaba.

Las citas en la playa, las cartas con el papel rojo, porque ese era mi color favorito, flores que le arrancaba a la mamá del jardín, los collares de caracoles de mar o con su inicial, miles de conversaciones de cómo sería nuestra casa, o cuántos perros íbamos a tener.

Faltaban unas semanas para que él se vaya a probar a Independiente, yo estaba armando los centros de mesa para mis quinces junto a él, estamos solos en mi casa, ya que mi madre se había ido a comprar a la ciudad y mi padre trabajaba.

𝓛𝓪𝓫𝓲𝓸𝓼 𝓻𝓸𝓽𝓸𝓼Where stories live. Discover now