Capítulo Uno: Todo Pasa.

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"¿Ves a esa mariposa?"

"Si."

"Cuéntale nuestro secreto."

"¿Para qué?"

"Para que lo lleve a oídos de Dios y se entere que el paraíso está aquí en la tierra y tiene tu nombre."




Nunca supe en que momento ocurrió.
En la tarde Xavier se despidió de mí con un beso y en la noche me llamaron por teléfono anunciandome su muerte.

—Fue un accidente.—Me dijo el médico en cuanto llegué a hospital derramando cada lagrima que podía salir de mi ser.—El bus en donde viajaba se volcó. Murió al instante. Lo siento.

Ni siquiera pude despedirme de él. Soy su novio. Tenía derecho a siquiera saber que nunca más iba a volver.

Xavier me prometió volver cada día, me prometió amarme cada día y sonreír para mi cada día.

Mi vida con Xavier es tan fácil que no quiero dejarlo ir, no quiero volver a la realidad.

El tiempo transcurre, minutos, horas y yo sigo sentado en ese frío asiento de hospital. Las personas corren de aquí para allá, reconozco a la perfección las batas de los médicos y a las enfermeras.
En la sala de espera hay más personas como yo, ajenas al exterior e inmersas en sus propias cabezas, con ceños fruncidos, ojos cerrados, miradas perdidas y algunas sollozando. De pronto recuerdo la habitación que está al fondo del pasillo, aquella en la que no se permite entrar a cualquiera y tiene la leyenda "morgue" con un desgastado letrero color azul.

No me extraña que estas personas a mi alrededor sollocen al mismo tiempo que yo. Seguramente allí adentro también se encuentra alguna persona que también fue especial.

Me pregunto si sus penas serán igual de grandes que las mías aunque algo dentro de mí me dice que eso es completamente imposible.

Más tiempo pasa y sinceramente no quiero pensar en eso. Quiero pensar en la posibilidad de que todo sea un error, que el cuerpo irreconocible y a pedazos que encontraron en medio de los restos del bus sea otra persona.
Quiero pensar en la posibilidad de una enorme disculpa por parte de los médicos y que al volver a casa allí se encuentre Xavier como siempre, sentado en el viejo taburete, con la pierna cruzada, escuchando ese viejo CD de tango y fumando uno de esos asquerosos cigarrillos.

La noche transcurrió igual que las lágrimas. Para la mañana por fin alguien se acercó a mí, al fin dejé de ser invisible para todas las personas que me pasaban enfrente.

—El cuerpo de Xavier será trasladado a California.—Me dijo aquella mujer de traje formal.—Allí viven sus familiares y será enterrado en la granja de su madre.

Asentí.

Xavier nunca me habló de su familia. No lo culpo, apenas llevábamos ocho meses saliendo y el tema parecía ser irrelevante entre ambos.

La mujer siguió explicándome que trasladarían el cuerpo en un par de horas, que el viaje sería algo largo pero al mismo tiempo era necesaria mi presencia pues al ser la persona más directa a Xavier en estos momentos tenía que hacer constar que el cuerpo llegó a su destino y fue entregado a sus familiares.

Se despidió de mí con una sonrisa y yo solo pude ir a casa para empacar al menos una maleta.

****

Xavier me dijo una vez, que la vida era hermosa si te lo proponías, que el dolor era pasajero. Mientras tengas una razón para respirar día con día todo estaría bien.

La Nube Gris (l.s)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora