Capítulo Cuatro

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Los tres días siguientes pasaron tan rápido como un parpadeo. Esto se debía a que Harry se había ido al pueblo a vender por tres días, según Ofelia esto ayudaba al negocio.

Al día siguiente de lo sucedido, tiré a la basura aquella botella de loción. Harry no podía preocuparse pues nunca más la iba a utilizar. Al siguiente día me dediqué a leer en la habitación y un día después finalmente Harry regresó.

Con la misma mirada de siempre, abatida y con ojeras bajo los ojos. Ofelia lo recibió amable y se dispuso a cocinar deprisa pues Harry venía muerto de hambre.

Todo parecía estar en orden hasta que noté algo distinto. Un cambio en el ambiente el cual activó mis sentidos.

Harry no me miraba, se limitaba a voltear hacia el piso, acomodar su cabello y hablar con su madre.

Parecía que yo no existiera. Había esquivado mi mirada un par de veces y finalmente se dedicó a quedarse en silencio. Asintiendo ocasionalmente ante lo que su madre le decía.

Al terminar sus alimentos se dispuso a levantarse e ir a atender la granja. Desgraciadamente para Harry no existía ni siquiera un día de vacaciones, las gallinas estaban hambrientas y seguramente los cerdos se han terminado la comida que les dejó antes de irse. Nadie más se preocupa por esas labores. Si Harry algún día tuviera que ausentarse de la granja por más de seis días lo más probable es que los animales morirían de hambre o comenzarían a comerse entre ellos, el maíz y el huerto se secarían, terminando con la principal fuente de ingresos.

Literalmente todo recae en la responsabilidad de Harry.
Aunque en estos momentos lo que más me interesa saber es que ha pasado. Quiero saber porque me ignora y es que por más que me cueste aceptarlo, me he acostumbrado a su mirada lúgubre y enjuiciadora, a esa atención puesta sobre mi.

Quiero preguntarle si está molesto, quiero decirle que he tirado esa maldita loción.

Sin pensarlo más me levanto de la silla, le digo a Ofelia que saldré a caminar un poco y me dispongo a ir hacia los corrales a hablar con Harry.

***





Al entrar puedo notar que cepilla con suma paciencia a "Fénix", aquel caballo color negro azabache, es el único caballo que hay en la granja y es quien le ayuda a Harry a transportar las carretillas y a arrear a las vacas y a los cerdos cuando por un descuido escapan del corral. También parece ser que "Fénix" es el único animal al que Harry aprecia y quiere de verdad.

Al momento de estar adentro y recargarme en la pared, puedo arrepentirme completamente de venir al ver que Harry tiene entre sus labios un cigarrillo recién encendido.

Ese asqueroso aroma me invade de inmediato y solo puedo cerrar los ojos.....

...."—¿Ya terminaste de lavar los tres coches?

El pequeño de siete años asiente.

—Más te vale, no te tenemos viviendo en esta casa de a gratis, en algo tienes que ayudar si no quieres regresar al jodido orfanato.

Louis vuelve a asentir, mirando al hombre de la casa el cual nunca supo su nombre, nadie se lo ha dicho y tampoco el de la señora de la casa. Un día solo le avisaron que había un nuevo hogar de acogida temporal y tenía que empacar sus cosas.

Miró por encima de la mesa, el delicioso pan y un guisado de huevo estaban servidos.

Llevaba dos días completos sin comer. Esto por no haber limpiado bien la colección de armas del señor de la casa y dejar polvo y manchas de jabón sobre su rifle favorito.

La Nube Gris (l.s)Where stories live. Discover now