Capítulo Nueve.

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Llevo exactamente un mes aquí. En la granja. El tiempo transcurre lento, tranquilo.

Hay días en los que todo transcurre de maravilla, Ofelia sale de su habitación y cocina conmigo mientras escuchamos la radio, me encierro en mi habitación a leer o simplemente salgo a dar largas caminatas por el campo.

Sin embargo, hay días malos. Días en los que Ofelia recae y llora a mares todo el día. Esos días Harry prefiere no estar en casa, se mantiene ocupado en la granja hasta media noche y al día siguiente se va apenas amanece.

Esos son los mismos días en los que yo  me dedico a pensar:

¿En serio Xavier estará tan decepcionado de mí al saber que siento algo por Harry?

¿Qué traición le dolería más si estuviera vivo? ¿La de su novio o la de su propio hermano?

Quiero pensar que se encuentra en el infierno, justo donde pertenece. Siempre fue un maldito celoso obsesivo así que no me sorprendería que le moleste más el hecho de saber que ahora siento algo por alguien más. Que le moleste el saber que su muerte me liberó y que le moleste saber que no he llorado más por él y tampoco pienso hacerlo.

Harry es distinto a él y al mismo tiempo tan parecidos.

Puedo reflejarme en Harry, entenderlo. El enciende mis instintos, provoca en mi lo que nunca nadie había logrado provocar, su boca es suave y su ser entero es magnético. Es un universo completo en el cual me gustaría perderme, aprender de él y explorar cada parte de sus misterios.

Puedo ver un mundo nuevo reflejado en sus ojos.

Harry despertó sentimientos los cuales nunca pensé llegar a sentir.

Si, Harry me lastima.

Pero eso se siente como amor verdadero.

***

Comienza a anochecer, la puesta de sol está en su punto y comprendo que a esta hora hace frío afuera. Me coloco mi habitual suéter, aquel viejo y con hoyos para protegerme un poco del viento.

Ofelia yace en su habitación, escuchando la radio mientras teje.

Abrocho mis agujetas y salgo de la casa, asegurándome de cerrar bien la puerta. Los grillos cantan melodiosamente y me dirijo hacia el establo, en donde el ruido de la radio de Harry comienza a hacerse presente. Froto un poco mis manos por el viento helado y decido entrar.

Harry yace sentado en el mismo banquillo de madera. Ahora sé que cada ciertos días termina temprano sus labores de la granja y se toma un momento para sentarse, escuchar la radio y tocar la guitarra.

Ese es uno de los miles secretos de Harry que ahora sólo yo lo sé.

—¿Qué haces aquí?—Demanda saber al verme entrar y caminar hacia el.

No respondo. Si hablo puedo decir algo que podría molestarlo. Me mantengo en silencio.

—Largo de aquí.—Dice.

Sigo firme, de pie frente a él. Mirándolo a los ojos, enfrentandolo.

El silencio es tortuoso y el ruido de la radio parece haber disminuido por alguna razón. Harry me sostiene la mirada, encarandome, como si no quisiera dejarse intimidar.

Harry nunca se dejaría intimidar por nadie.

Baja la guitarra y la pone a un lado, sigue sentado. Luciendo esos pantalones vaqueros, esas botas negras especiales para trabajo en el campo, aquella camisa a cuadros y su habitual chaqueta de piel para protegerse del frío. Su cabello largo cae por sus hombros, como una hermosa y rizada cascada color chocolate con destellos dorados. Su ceño fruncido adorna aquellos ojos color esmeralda.

La Nube Gris (l.s)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora