ɑvy jorrāelɑn; dɑemyrɑ.

𝐈𝐈𝐈. 𝐢 𝐰𝐢𝐥𝐥 𝐬𝐭𝐚𝐲.

Finalmente estaba en un lugar tranquilo, una alta colina en la que se podía ver todo Desembarco del Rey, se sentía más libre, y descubrió en ese momento que así quería sentirse siempre.

-Bonita vista del nido de ratas.

-Si, pero ese nido de ratas es mi hogar, tío.

-Y ahora ya no soy Daemon.

-Lo eres, eres Daemon Targaryen, mi tío.

La simpleza con la que ella dijo aquellas palabras sorprendió al príncipe, quien se acercó un poco más para tomar el dije del collar de la princesa, un rubí rojo resaltaba en el centro de este.

-No te lo quites, me ofenderé mucho si lo haces.

-No pensaba quitármelo, me ha gustado mucho, me hace sentir bien.

Daemon caminó más hacia el borde de la colina, sintiendo el viento en su rostro, haciéndolo fruncir un poco el ceño. Rhaenyra caminó tras él, poniéndose a su lado y recostándose en su costado, tomándolo por sorpresa nuevamente.

-Me quedaré en Desembarco para cuidar de ti, espero que no me des problemas y sigas mis consejos, riña.

El príncipe llevó su brazo hacia los hombros de la menor, juntándola más hacia su cuerpo, evitando verla. Si, era cierto que era un príncipe despiadado y frío, no por nada se había ganada el apodo de "príncipe canalla", pero era lo más cariñoso, suave y paciente que su ser le permitía ser con la princesa, pues ella se había ganado un lugar en su corazón casi desde el momento en que nació. Desde pequeña ella demostró su adoración hacia su tío, la forma en la que le gustaba y se calmaba al estar en aquellos brazos, y luego más grande solía buscarlo por todo el castillo, todo el día, con el fin de simplemente estar a su lado. Al crecer más y poder empezar a volar en dragón, su tío Daemon fue quien la acompañó, la enseñó y guió durante sus entrenamientos, por lo que Rhaenyra realmente no recuerda un momento de su vida en el que no estuviera él. Aquel hombre haría y daría todo por ella, y aunque no lo decía, ella lo sabía con solo mirarlo.

-Lo haré solo si volamos seguido, sabes que me encanta andar en syrax.

Fue la contestación que obtuvo por parte de la menor, quien sonriente se apegaba al costado de su tío, cerrando los ojos por algunos segundos. Ambos se sentían tranquilos en compañía del otro, podrían solo estar silencio, pues no necesitaban palabras para entenderse, pero en ese momento la joven quería hablar de cosas que le preocupaban, esperando recibir consuelo.

-Ambos sabemos que yo nunca seré el varón que tanto ha anhelado mi padre, Daemon. No sé qué será de mi, si él tendrá más hijos y buscará casarme con alguno de ellos, si seré parte de algún arreglo político. En algún momento tendrá otra esposa, y yo quedaré en el olvido, no quiero estar sola, pero también deseo libertad.

La preocupación en la voz de Rhaenyra alarmó a Daemon, quien mantenía la mirada fija en aquella ciudad que llamaba nido de ratas, pero que siempre había sido su casa. La sangre le hirvió más que de costumbre al escucharla mencionar que sería parte de un arreglo político, casada con alguien más, con alguien que no era él, y no pudo evitar apretarla más hacia él.

-Ñuha riña (mi niña), nunca serás parte de algún arreglo político y tampoco de algún matrimonio que tú no desees, de eso me encargaré yo. Ya te he dicho que me quedaré aquí para cuidar de ti, y no permitiré que se haga ninguna injusticia. Quizás no eres el varón que tu padre siempre ha querido, eres mucho más que eso, eres un dragón, Rhaenyra. La sangre del dragón corre por tus venas, yo te enseñaré todo lo que debas saber sobre el reino, te vas a involucrar en todo y escucharás con atención las juntas del consejo, yo estaré ahí, aunque no me agrade compartir con los Hightower. Mientras yo viva nunca estarás sola, y serás siempre libre. No te dejaré, lo prometo.

Soltó el aire que había en sus pulmones, y ahora miró hacia abajo, encontrándose con un par de ojos violeta parecidos a los suyos, mirándolo con atención. El Targaryen mayor luego de eso se alejó, y tomó la mano de la platinada para dirigirla hacia syrax y ayudarla a subir, subiendo luego él en caraxes, para emprender juntos el vuelo hacia el castillo antes de que oscureciera.

Ese día el príncipe había hecho una promesa que iba a cumplir. Dejó a la menor en su habitación y luego fue hacia la suya propia, decidiendo descansar después de tantos acontecimientos en tan solo dos días, pensando en ella, en la dueña de todo su ser, hasta que por fin pudo dormir, sin saber que aquella joven hizo exactamente lo mismo con él.

En otra parte del castillo, se encontraba una Hightower en los aposentos del rey, justo en el día del funeral de su esposa. Poco a poco la mano del rey lograría su objetivo, sin saber que igual no podría hacer mucho, pues la sangre y el fuego del dragón ya estaban comenzando a unirse, y de una forma nunca antes vista por los habitantes de Desembarco del Rey, y ningún habitante de los siete reinos.

Alicent era un peón en el juego de Otto, y Otto era un peón en el juego de Daemon, al que pronto se uniría Rhaenyra.

Los dragones danzarían, si. Más no en lucha, sino en goce, festejo, pasión. Pues aquel día había comenzado a escribirse la historío de amor más pasional y entregada de toda la existencia, donde luego de muchos años, dos almas se unirían por amor verdadero y elección propia, para así evitar que se derramara sangre de inocentes.

•
•
•
Hay muchísimas cosas que no son para nada parte de la historia original de HOTD, pero realmente estoy escribiendo lo primero que imagino, lo que viene a mi mente. En esta historia se verá a un Daemon completamente romántico y enamorado de Rhaenyra, porque soy bastante cursi. Espero que si les gusta, le den apoyo a esta historia, muchas gracias!