𝐗𝐈𝐈. 𝐥𝐢𝐭𝐭𝐥𝐞 𝐧𝐚𝐮𝐠𝐡𝐭𝐲.

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Daemon

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Daemon... -susurró ella, viendo al platinado en el reflejo de su espejo, recogiendo su vestido para cubrirse un poco.- Tendrías que haberme avisado que estabas ahí, ya casi acababa de quitarme el vestido.

-Te veías exquisita, no sé cómo pretendías que te dijera que te detengas.

Aquello fue todo lo que respondió él antes de acercarse a ella. Dejó un beso sobre la pálida piel del hombro de la princesa, dejando las manos en aquella pequeña cintura, haciendo a Rhaenyra suspirar.

-Vamos, déjame verte un poco más, mi pequeño dragón. -pidió Daemon hablándole al oído.-

Ella tan solo asintió, sintiendo el estómago revuelto de lo ansiosa que estaba. Dejó caer sus brazos a hacia los lados, haciendo que el vestido cayera hasta sus caderas, donde tuvo que seguir desajustándolo desde su espalda para que por fin pudiera llegar al suelo. Con sus pies, luego lo pateó hacia un lado, mostrándole al príncipe canalla su cuerpo desnudo.

-ñuha gevie zaldrīzes dārilaros (mi hermosa princesa dragón). -murmuró él sin aliento, observando detalladamente el cuerpo de la joven.-  Ven aquí.

Él le pidió que se acercara, y cómo podría no hacerlo, si lucía completamente celestial, era hermosa.

La princesa se acercó a pasos lentos, quedando frente al mayor, viéndolo con curiosidad. Lo único que él hizo fue tomarle la cintura y sentarla sobre su regazo, dejándole las piernas del lado izquierdo de las de él, mientras acariciaba con la nariz el nacimiento de los senos de la platinada.

-Entonces si te gusta mi cuerpo. -soltó ella distraídamente, mientras acariciaba los cabellos ajenos, respirando suavemente.-

-Jamás dudes de eso, es simplemente perfecto. -le dijo con un tono suave, ahora viéndola a los ojos.-

El Targaryen suspiró y dejó a la joven en la cama, sentada junto a él para luego levantarse y sentarse en una silla cerca.

-Vístete, no quiero que te sientas incómoda. -pasó las manos por su rostro y suspiró fuerte, sintiéndose una mierda por haberle pedido a su linda niña que se desnudara para él.-

-No me siento incómoda, eres tú. -le dijo ella, parándose frente a él.-

La platinada tomó una de las manos del mayor y la paseó de su vientre a su estómago, luego a sus senos, y a su cuello, para luego volver a sus senos y hacer que él rozara los dedos contra su pezón, haciéndola jadear.

-Joder, Rhaenyra, no me hagas esto. -casi rogó él, viendo con adoración el rostro ajeno.- Voy a querer tocarte mucho, besar esos preciosos senos tuyos, y tus rosados y pequeños pezones, tu abdomen, tu vientre. Mierda, qué no daría yo por poder seguir acariciándote.

-No tienes que dar nada, Daemon. -y ahora ella se alejó, sentándose en el borde de la cama.- Lo único que tienes que hacer es quitarte la ropa y venir a la cama conmigo.

ɑvy jorrāelɑn; dɑemyrɑ.Where stories live. Discover now