𝐗𝐈𝐈𝐈. 𝐭𝐡𝐞 𝐜𝐨𝐮𝐧𝐜𝐢𝐥.

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Daemon observaba el rostro de su amada, tan pacífico y hermoso, ella era un ángel, el ángel que había llegado para rescatarlo del más caótico y detestable infierno

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Daemon observaba el rostro de su amada, tan pacífico y hermoso, ella era un ángel, el ángel que había llegado para rescatarlo del más caótico y detestable infierno. No tenía idea de qué podría hacer ahora sin ella, después de que han pasado tanto, de que muy pronto podrán empezar una nueva familia juntos. Para el principe canalla todo parecía irreal, como si estuviera viviendo en su más grande fantasía, una que no iba a abandonar por nada en el mundo.

Para él era una costumbre abandonar todo cuando se veía algo complicado o demasiado grande, algo que podría involucrarlo demasiado. Por eso es que no le importó dejar antes a ninguna mujer, ninguna isla, ni siquiera su puesto como comandante de la guardia real. Todo esto había surgido desde es el rechazo de su hermano, aunque él nunca iba a admitirlo. Sin embargo, esta vez era diferente.

Esta vez se trataba de la única persona, después de sus padres, que lo ha amado completamente y sin ningún pero, tal y como es. Eso lo asustaba, era algo complicado eso del amor, demasiado grande, lo involucraba demasiado, pero no le importaba, porque se trataba de su pequeño dragón, su princesa, su preciosa Rhaenyra.

Él quemaría todo Poniente por ella, mataría a cualquiera por ella, conseguiría cualquier cosa para ella, moriría por ella, haría cualquier cosa que ella le pidiera. Se sentía hechizado, completamente hipnotizado por aquellos ojos violeta, su hermosa sonrisa, su sedoso cabello platinado, su pálida y cálida piel, cada gesto, su forma de hablar, de expresarse, de sentir. Él sencillamente la amaba.

El día que Rhaenyra le faltara a Daemon, ese día el Targaryen se perdería por completo, empleando el lema de su casa. fuego y sangre.

-Buenos días. -susurró ella mientras parpadeaba lentamente, comenzando a abrir los ojos.-

-Buenos días, princesa. -susurró él también, acariciando lentamente una de las mejillas de su contraria, al igual que la curvatura de aquella fina cintura, pegándola hacia él.-

-Quiero despertar así todos los días de mi vida. -ella le confesó con un brillo inexplicable en sus ojos, trazando patrones imaginarios en el pecho ajeno, el cual estaba lleno de algunas cicatrices de guerra, que ella se encargaba de acariciar con cariño.-

-Y lo harás, te lo aseguro. -le besó la frente y luego se levantó de la cama, acomodándose el pantalón y comenzando a ponerse la camisa, al igual que las demás prendas.

Rhaenyra lo veía desde la cama, cubriéndose el cuerpo con una sábana mientras le sonreía, y él solo podía devolverle la acción, sin poder dejar de mirarla.

Toques se escucharon en la puerta, y luego la voz de una de sus doncellas, Jocelyn, diciéndole que su padre la había invitado a desayunar.

Daemon le besó la frente y salió por uno de los pasajes secretos de su habitación, mientras ella suspiraba al verlo irse.

-Adelante, Jocelyn. -anunció ella mientras se ponía de pie y se colocaba un camisón de seda para recibir a sus doncellas.

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ɑvy jorrāelɑn; dɑemyrɑ.Where stories live. Discover now