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Jungkook  P.V.

Me senté frente al televisor, mientras pensaba en la noche de San Valentín que pasamos juntos Jimin  y yo. Esa noche fue fantástica, él me hizo sentir vivo y pleno, hasta el maldito momento, en el que abrió la boca y lo arruinó todo. 

Aún no puedo creer que hiciera eso. Me entregué por primera vez a la voluntad de otro hombre, y lo hice porque estaba enamorado. 

Sí, así es.

Siempre quise esperar a la persona indicada, y nunca estuve tan seguro de algo, como lo estaba de entregarme a mi mejor amigo, pero para Jimin  no significó nada más que el estúpido juego en el que nos metimos. 

Incluso le mentí, diciéndole que no era mi primera vez, para que no se sintiera Incómodo, ni mucho menos presionado. Ya que, por lo general, desvirgar a tu colega resultaría traspasar cualquier tipo de barrera inimaginable. Apostaría lo que fuera, a que Jimin  nunca hubiese aceptado hacerlo conmigo si le confesaba que conservaba mi cerecita trasera. 

Me dijo "amigo" luego del mejor sexo de mi vida. Aparté el control remoto de mí y llevé ambas manos a mi cara. Reprimí un grito de frustración. Me dolía ser el único enamorado aquí. 

Yo deseaba recibir más que el simple placer de ser un amigo con derecho. Maldije el día que lo conocí. Jimin  sigue siendo tan sexy y bello como la primera vez que lo vi hace dos años. Quizás fue el mejor y el peor día de mi vida.

Nací y crecí en Busan. Viví con mis padres hasta los diecinueve años, luego me mudé al departamento de un amigo de la preparatoria. 

Cuando cumplí veintiuno, supe que estaba listo para cumplir mis sueños, había conseguido reunir dinero de mi empleo como cajero en "Cam", entonces me decidí a presentar mi renuncia y seguir mi vocación. Mi gran sueño era el arte, supe desde siempre que eso era lo que haría el resto de mi vida, y quería ser el mejor. Mis padres no apoyaban el hecho de que deseara convertirme en un pintor de brocha fina, y entre otras facetas sobre mí...

Dejé mi ciudad y me tracé la meta de llegar a Seúl  e ingresar a la escuela de bellas artes. 

Para eso necesitaba un lugar donde quedarme. 

Encontrar un departamento cómodo y económico no era una tarea fácil, así que tras leer muchos anuncios en el periódico y buscar por las calles continuas a la escuela de bellas artes a la que asistiría, al fin, encontré un condominio donde solicitaban un compañero de piso. Bajé del taxi y me encaminé hasta la puerta. Busqué el botón indicado para hablar con el dueño del apartamento número "15".

—Hola, ¿Quién es? 

La cantarina voz de un chico me respondió por el intercomunicador. Sonreí ante la particularidad de su acento.

—Hola... hum. Mi nombre es Jeon Jungkook. Acabo de ver tu anuncio sobre el compañero de piso que necesitas. 

—Oh... ¿Y cuántos años tienes?

—Veintiuno.

—¿Eres estudiante?

—Sí. Me acabo de matricular en la escuela de bellas artes de aquí a la vuelta. 

El chico se quedó en silencio por un momento, como si se asegurara de que fuera una buena idea dejarme pasar, y entonces escuché el sonido del seguro de la puerta del condominio. 

—Por favor, cierra al entrar —fue lo último que dijo antes de colgar.

Tuve que tomar las escaleras, ya que luego de esperar por cinco minutos el ascensor, me di cuenta que estaba dañado. 

Mientras subía me sentía un tanto nervioso de llegar a la gran ciudad y alejarme de todo lo que conozco. Seúl  era enorme, y yo solo soy un chico.

Llegué al apartamento 15 en el cuarto piso. 

Toqué a la puerta, y luego de segundos, un precioso rubio de enormes ojos cafés me atendió. No fue una revelación el sentirme terriblemente atraído por el chico frente a mí. Desde la secundaria fui abiertamente gay, no me importaba salir con otros chicos, y para mi buena suerte, era lo suficientemente valiente para darle su merecido a quien se metiera conmigo. 

—Hola —sonrió él, mientras lo observaba embobado. Luego de un par de segundos incómodos carraspeé y reorganicé mis ideas para hablarle—. Hola. Soy Jungkook.

—Sí, ya lo dijiste —dijo dejándome pasar—. Por favor, adelante.

Accedí con un asentimiento. En cuanto entré, un agradable olor a lavanda inundó mis fosas nasales. El departamento se encontraba muy limpio y lucia muy acogedor además. 

—Entonces... ¿Eres nuevo en la ciudad?

Asentí. El chico rubio tomó asiento, al mismo tiempo me invitó a que yo también me sentara. Así lo hice. 

—Bien, Jungkook . Mi nombre es Jimin, mucho gusto —Jimin , como dijo, me extendió una amistosa mano, la tomé y la sacudí enérgicamente.

—El gusto es mío.

—-Me alegra que respondieras al anuncio, porque es muy difícil para mí hacerme cargo de todos los gastos. 

Asentí.

—¿Estás dispuesto a compartir un departamento? ¿Se te da bien eso?

—Sí, no hay problema. Yo solía compartir uno con un amigo de la secundaria.

—De acuerdo, pero cuéntame ¿de dónde eres?

Le conté un resumen de mi vida y el porqué me encontraba en la ciudad. Él escuchó con atención, y luego de concluir, me respondió. —De acuerdo, creo que no hay ningún problema en que te quedes aquí. Nos dividiríamos los gastos y cada uno se encarga de mantener este lugar en orden. ¿Aceptas? 

Sonreí tímidamente y asentí. —De acuerdo.

—Entonces, Jungkook, este es un trato —dijo el chico. Cerramos nuestro acuerdo con un apretón de manos, el que procuré prolongar para sentir el calor de su mano sobre la mía.

No fue necesario decirle que era gay. Ni siquiera tuve que preocuparme por ser rechazado por mi sexualidad, ya que una noche llegué a nuestro departamento y lo encontré teniendo sexo con un tipo. Esa tarde antes de que saliera al instituto de bellas artes, lo vi llegar con él, Jimin  me lo presentó como "su compañero de proyecto". No dudo que lo sea, pero, ¿Qué tipo de proyecto consistía en follar toda la tarde?

Esa noche me encerré en mi habitación y me coloqué los audífonos a todo volumen para no escuchar sus gemidos.

Me desilusioné mucho...

Pero entonces la carrera se puso más dura y casi pasaba todo el día allí. Y cuando no estaba en el instituto, me encontraba en casa pintando lo que sea. 

Hasta que un simpático chico de mi clase me pidió que lo retratara, lo gracioso fue que apenas llegamos al departamento que compartía con Jimin , él y yo nos desnudamos y terminamos teniendo confuso y sin sentido sexo sobre la alfombra de la sala. Lo pinté desnudo y Jimin  admiró la obra final, hasta que se dio cuenta que la alfombra en el retrato era la misma de su sala, y entonces me advirtió sobre los chicos en el departamento. 

A Jimin  no le importaba en lo más mínimo mi vida amorosa o sexual. Entonces comprendí que nunca llegaríamos a ser más que buenos amigos.

Hasta anoche, cuando su tacto me dio falsas esperanzas...

No puedo continuar con esto... Solo acabaría lastimándome a mí mismo. Cuando llegara Jimin  se lo diría, estoy seguro que no le importará.

Posa Para Mí, Hyung♥︎ KMDonde viven las historias. Descúbrelo ahora