BITÁCORA - 03/06/22

1 0 0
                                    

Antes de plasmar mi día en una pequeña libreta imaginaria, intentando mantener esta gran ilusión sepultada en lo más profundo de mi ser, quise soltar un poco aquella cruz (tantas veces mencionada), buscando la manera de expresar cómo es el no tenerte; y sin más... Procedo a continuar:

Es confuso el hecho de saber que nuestra vida mejora, pero aún así sentimos que nos mantenemos inamovibles dentro de una burbuja de pensamientos; donde los dolores y las preocupaciones por más afilados que puedan ser para el corazón, no logran reventarla y escapar de allí. Pero, del mismo modo en que tú y mi mente dejan en claro que debo soltarte y dejarte ir, mi alma (como he dicho en algunas ocasiones), ya no se encuentra conmigo, decidió exiliarse junto a ti y acompañarte a todas partes, buscando así una forma de permanecer en tu vida, por lo tanto, no está aquí para decirle a mi corazón qué hacer... Solo estoy yo al mando de estos sentimientos y juro que no sabes cuánto muero por pedirte regresar.

Me he permitido pensarte (al menos por las noches), y aunque una pequeña anciana todas las mañanas me recuerda tu existencia, sigo firmemente respetando tu decisión. Últimamente solo me lleno de soledad, al igual que todos los “Buen día” que en mis yemas nacen cada que se asoma el amanecer, teniendo en cuenta que inevitablemente, no serán respondidos. No me importa ahora que cada una de mis oraciones tomen el disfraz de protagonistas para los fragmentos de esta obra, sé que todo el que me lea, sabrá que la única que no lleva un antifaz en esta historia, eres tú...

Es irónico que te haya comparado desde el inicio con una estrella, puesto que, además de sobrepasar su belleza y luz, no logré ver en tu interior, aquella velocidad oculta para dejar atrás todo lo que sea un obstáculo; y, sin saberlo, me convertí en eso para ti, nada más ni menos, que un muro, el cual, no te permitía ver más allá... Y te admiro, pequeña, descubriste cómo abandonar aquel planeta donde la gravedad (disfrazada de amor), te mantuvo allí, girando en círculos dentro de su órbita, sin ningún derecho a seguir tu rumbo y ahora que has partido, no me queda nada más para decirte, que:

Nadie dijo que sería fácil (tampoco que sería tan difícil), y aunque las razones para volver a ser libre sumen más que las de permanecer aquí, es una pena que hayas dejado de iluminar mi universo. Me arrepiento mucho por haber pensado que eras una estrella fugaz, no logré entender que eras el mismísimo sol, y ahora no me hallo en este mundo tan helado, sin tu calor... De esta manera, seguiré dejando en una bitácora más de 2.000 oraciones diarias, tratando de explicarle a mi mente, el por qué debe (por muchos años), permitirme amarte y alimentarse de canciones, dando refugio y abrigo a mi corazón para que pueda pasar otra noche fría, sin que estés aquí. 

PER L'AMORE DELLA MIA VITA Donde viven las historias. Descúbrelo ahora