Cap 8: ¿Son nuestros?

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Poco a poco fue recuperando la conciencia, miró su habitación, ¿A qué hora se había dormido?... ¡LOS BEBÉS!, se levantó con prisa corriendo hacia su habitación, seguramente estarían hambrientos, recordó que colapso y su llanto era incontrolable, al abrir la puerta se encontró con los cuneros vacíos... pero ¿cómo? ¿Dónde podrían...? Antes de procesar la pregunta, la alegre risa de sus mellizos lo hizo voltear hacia las escaleras, respiró aliviado tal vez Yumi fue en su ayuda, su cuerpo se relajó y bajó con cuidado, fue hacia la cocina donde escuchó claramente sus risas.

- Oye Yumi...gracias...pensé que tenía todo bajo...control... - su voz se interrumpió y paro de golpe, un extraño de gran cuerpo con el aspecto de un vagabundo está cargando a sus cachorros; iba a activar su quirk de no ser porque vió aquellos látigos negro-verdosos preparando los biberones.

Dio un gran sentón en el suelo, asustando a los presentes.

- ¿I...izu...ku...? - susurró con el pánico a flor de piel.

- Sabía que eras tú Kacchan... - sonrió ampliamente.

A pesar de tener miedo, la feromona del cenizo se extendió advirtiendo al Delta, está en territorio de un omega dominante, sosteniendo sin su consentimiento a sus cachorros. El pecoso no quería problemas, a pesar de oler la feromona de advertencia no está inmutado o afectado, sin embargo los bebés han comenzado a llorar, se sienten afectados por su mamá, no se sentía bien escuchándolos llorar, sin moverse de su lugar, con su quirk de látigos los devolvió.

Katsuki al tenerlos en sus brazos, los llenó con su feromona, se sintieron confortados, pero siguen con hambre. Ignora completamente al pecoso y va hacia el sillón, prepara en un lado a Itsuka, y lo junta en su pecho para tomar leche, con Natsuki tiene un poco más de problema, se mueve demasiado y no logra posicionarla, el pecoso acerca un látigo hacia él, ofreciéndole un poco de ayuda, duda pero al final acepta. El silencio dominó toda la casa, solo la fuerte tormenta se escucha.

- Son hermosos... - susurró después de un largo rato.

Bakugo no dijo nada, siguió en lo suyo, quería echar a patadas al pecoso, aunque no puede ignorar su instinto maternal, primero sus crías después echaría al idiota.

- ¿Por eso desapareciste? – lanzó la pregunta con algo de temor, aunque Katsuki seguía reacio a dirigirle la palabra o a mirarle – renunciaste a todo por ellos... - una sensación de enojo e impotencia le revolvieron el estómago.

- No me importa... - respondió directo – ellos lo valen todo y más – miró filosamente al pecoso, esa mirada que Izuku ama, es débil ante ella, no hay persona más segura, desafiante y obstinada como Katsuki Bakugo, eso todo el mundo lo ha tenido claro; el mismo Delta sabe que hizo todo por propia y mera decisión, pero...sigue sin encajar algo ¿por qué ocultarse u ocultarlos? ¿por qué dejar todo atrás e iniciar en otra parte? Es la sensación que lo tiene intranquilo y cree darse una idea.

- Se parecen a nosotros... - ante aquello el rostro del omega se vio distorsionado miedo, rabia, y peligro... ¡bingo! Pensó Izuku – son nuestros... ¿ver... -.

- ¡ESTO NO TIENE NADA QUE VER CONTIGO! – gritó con todas sus fuerzas – Lárgate... no eres bienvenido...- lo miró severamente, el pecoso supo que se había sobrepasado pero no quería irse, y no era por la tormenta de nieve, sino porque no quería dejarlos solos.

- Kacchan... yo... - fue interrumpido una vez más.

- ¡VETE DE UNA JODIDA VEZ! – uso una voz grave, de modo que los bebés se alteraron – de todas las personas en mi vida... eres la que menos quería ver... no te quiero en mi vida Midoriya... - las lágrimas son rebeldes con el ceño tan fruncido, el rostro de Katsuki es igual al de una persona que está rota en todos los sentidos emocionales.

Eso destrozo a Izuku, pero obedeció, no quería seguir incomodándolo o que los menores siguieran llorando, abrió la puerta, no podía sentir el frío, la tormenta no le importó y emprendió el vuelo.

Después de terminar de amamantar a sus crías, los arrulló en sus cunas mientras lágrimas rebeldes y silenciosas inundan su rostro, está jodido por tener que volver a la persona que alguna vez amó, dolía más que una herida o un golpe.

Al dormirse los niños, fue hacia el ático, buscó entre varias cajas, hasta que lo encontró un viejo y olvidado celular, cuando les digo viejo es que era de esos celulares con antena y mega enormes, lo encendió para ver si tenía señal por la tormenta, para su fortuna funcionó muy bien, marcó aquel número registrado que sabía de memoria.

- Hola anciano decrepito...tenemos un problema... - su voz es sería y desolada.


Un roto para un descosido (DekuKatsu)Where stories live. Discover now