Capítulo 2 - Cuando el Mar golpea a la arena

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Notes:

xunáan: "dama"

Itzia: Princesa

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—Porque... porque revelar Talokan de ese modo —Menciono Shuri alterada, cuando salía del gran salón, caminando por el gran pasillo buscando alguna sala más privada para poder hablar de lo recién ocurrido.

—Porque era la única forma, como dejar a un aliado enfrentarse solo. Reina Shuri —Mencionaba su título manteniendo la formalidad entre ambos, las miradas de los trabajadores del edificio los miraban con cautela —. Reina, Talokan no deja a un hermano solo en la marea furiosa, no deja a un igual enfrentar un cardumen de anguilas, luchamos juntos, peleamos juntos y desde que ambos nos enfrentamos en esa playa aquel día, tú te volviste mi igual.

Shuri resopló enfadada por la situación.

—No hables tan fácilmente de ese día cuando hay personas fuera de nuestros reinos, quienes tienen oídos y bocas ajenas. Naciones que dudaran en usar cualquier ocasión para distanciarnos ahora que revelaste que somos aliados, las únicas naciones con Vibranium y son aliadas, eso es fácil de codiciar.

—Como usted requiera, mi Reina. —Soltó la última frase cuando siguió a Shuri entrar a una habitación y ella con una mirada ordenó que no los interrumpiera, Namor sin la necesidad de decir nada, Attuma y Namora se quedaron haciendo guardia en la entrada.

—Tanto perdimos, tanto perdí, mi madre, mi única familia ¿Para que al final tu decidieras de igual manera revelarte al mundo? —Exclamó enfadada cerrando la puerta con fuerza mientras se acercaba a paso alzado hacia el hombre de tez morena.

—Entiendo tu postura Itzia pero, tú... No podía dejarte sola, la única que ha sido mi igual, la pantera negra derrotando a un Dios, eres una Diosa, para mi mi igual, una Diosa enfrentando a un Dios, es la única explicación, nuestro enfrentamiento fue y será conocido en mi pueblo, no podía dejar a mi igual luchar solo... Eres un Dios muy joven. Te falta tiempo. —Balanceo su cabeza hacia un costado mirándola desde arriba hacia abajo, analizándola.

—No soy un Dios, y tú me quitaste todo. —mencionó con desdén y molestia.

—Lamentarte, y echarme la culpa no los traerá de vuelta Itzia —Le hace una mueca y finaliza con una tenue sonrisa jactante.

Shuri se muerde por el interior de la mejilla apretando la mandíbula, le enfadaba que él pudiera colocarla así, le molestaba que él pudiera aún sonreírle cuando ella estaba tan confundida, angustiada y no sabia que hacer, ni qué decir.

—Tu solo eres un maldito engreído, sonriendo en ese salón, queriendo ayudar, comprender pero no eres más que... —espeto, lanzándole aquellas frases para ver, intentar que su contrario cambiará su faceta en su rostro a alguna que no fuera una de victoria.

—Más que, ¿que? Mi Reina, adentro estabas aterrada, tus manos temblaban, tu cuerpo sudaba y murmurabas nerviosa, tus ojos buscaban una forma de la que poder salir, querías salir, querías algo, querías a alguien, que mas haría si no fuera entrar de esa manera y sacarte de ahí y aún así recogiste mi mano para salir. Te salve Itzia, un pequeño gesto pero lo necesitabas.

Ese comentario era exasperante, le irritaba como él tenía razón, como ella necesitaba salir y como él estuvo para eso, porque no puede odiarla.

Porque no puedes odiarme

Porque no puedes dejarme

Simplemente alejarte y dejarme sola

Se acerco rápido a él, llevando sus manos al cuello de él desde el cuello del blazer tomaba con fuerza llevándolo a una de las paredes y provocando que chocara su espalda con la pared, le miraba enojada, mientras él no se resistía solo elevaba sus manos a los lados de su cabezas mostrando sus palmas desnudas cuando él reía un poco por las acciones poco formales que estaba haciendo la joven Reina.

Donde el agua y la tierra se encuentran (Namor x Shuri)Wo Geschichten leben. Entdecke jetzt