13. Una nueva herida

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—Me siento algo culpable

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—Me siento algo culpable. —Suspiró Gulf y lentamente dejó descansar su cabeza sobre el hombro de Mew—. Es nuestro viaje de graduación y no he pasado tiempo con ellos. No es que me lo recriminen pero, debería hacerlo, ¿no?

—¿Quieres ir con ellos?

—No —susurró ocultando el rostro, intentando escapar del hombre al que, se había dado cuenta, le era imposible mentirle. Lo que sentía era compromiso, remordimiento por faltar a su palabra con Samantha sobre los inolvidables días que pasarían juntos, pero luego de la pelea esos deseos se habían esfumado, ahora solo le interesaba él.

Mew dejó de lado la computadora y puso toda su atención en Gulf. Tampoco quería que se marchara. Los días que habían pasado juntos sin duda eran los más agradables que había tenido en mucho tiempo y le estaba costando trabajo imaginar que los perdería inevitablemente cuando regresara. Lo necesitaba y aún no entendía por qué.

Con el paso de los años se había vuelto un hombre frío, indiferente y, sobre todo, tan autosuficiente que no necesitaba de una pareja para sentirse completo y pleno; le bastaba consigo mismo. Era feliz a su manera. Le gustaba su soledad, pero desde que ese chico se había instalado en su suite algo había cambiado poco a poco dentro de él.

Mew era consciente de cómo buscaba a Gulf en la cama cuando la sentía vacía, cómo sus necesidades estaban siempre primero que las propias, la forma genuinamente atenta en la que lo escuchaba cuando se abría para hablarle de él mismo. Había arreglado con el hotel que cada día entregaran peonías en su nombre en la suite solo para ver esa enorme sonrisa en su rostro.

Todo el personal estaba maravillado con el romance idílico que estaban viviendo y, por si fuera poco, él, un hombre celoso de su espacio se había vuelto considerado para cederle lugar a sus cosas. Le gustaba pasar tiempo juntos: en la piscina, el restaurante, el casino del hotel y últimamente dando paseos por las calles. Era tal su interés por Gulf que había pagado la extensión del viaje de sus amigos por una semana más. Pero lo que también sabía era que se estaba apropiando de un tiempo que no le pertenecía.

—¿Por qué no quieres ir con ellos? —Mew rodeó sus hombros y lo atrajo hacia él, dándole la confianza que necesitaba para continuar.

—¿Quieres que me vaya? ¿Que te deje solo?

—Claro que no. Pero tampoco puedo retenerte a mi lado. Se que tenías planes con ellos, que esperaron hacer este viaje por mucho tiempo y lo lógico sería que pasaras los días a su lado, no conmigo. Pero no voy a mentirte, me agrada tu compañía. Me encanta que estés aquí.

Los pensamientos de Gulf eran una total confusión. No entendía por qué para él Mew era una prioridad, por qué prefería verlo a él que a todos los demás. ¿Cómo era posible que a días de conocerlo ya lo considerara tan necesario en su vida?

—Creo que esto se me está saliendo de las manos.

—No te agobies intentando encontrar una explicación para esto. —Paseó los dedos entre las hebras de su cabello, añorando con anticipación—. Porque quizá no la tenga.

El chico del barOnde histórias criam vida. Descubra agora