15. En el corazón equivocado

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Dos golpes en la puerta les avisaron que había alguien del otro lado esperando, pero Mew no estaba dispuesto a renunciar a Gulf, a su tacto ni a sus besos

—Ya se irán —dijo separándose lo necesario para que lo entendiera y después de morder su labio inferior continuó devorando la boca de Gulf.

Nuevamente tocaron a la puerta, esta vez con un poco más de fuerza y de una manera más insistente.

—Parece que no —susurró Gulf en su oreja mordiéndole el lóbulo de forma insinuante.

Mew maldijo internamente a cualquiera que estuviera interrumpiendo su momento. Cuando el intruso se fuera colocaría el cartel de: «No molestar» en la puerta para que nadie más pudiera interrumpir lo que tenía intenciones y deseos de terminar.

—Ya voy —gruñó en dirección a la puerta y le dio un último beso a Gulf antes de depositarlo con delicadeza sobre el colchón.

El chico estaba sonrojado, tenía el cabello alborotado y los labios sumamente hinchados; esa era una imagen digna de fotografiarse. Lástima que su celular aún se encontrara sin pila.

Caminó a la puerta y al abrirla quedó completamente estático. Su corazón comenzó a latir, pero en una forma que no le agradó, no se parecían en nada a los latidos desenfrenados que sentía hacía un minuto, esos que solo sabía coordinar Gulf en su pecho.

—¿Qué haces aquí? —masculló sin moverse de la puerta, ni abrirla más de lo necesario. No le permitiría entrar.

—Te estuve llamando desde hace días y tu celular sigue apagado, estaba preocupada.

Daniela intentó acercarse para abrazarlo, pero Mew retrocedió inmediatamente evitando el contacto. No quería que lo tocara, no quería sentir sobre él otras manos que no fueran las del chico que lo esperaba adentro. Ella ya no le interesaba de esa forma.

—No deberías estar aquí.

—Sé que estás enfadado por lo que pasó, Mew, pero no tienes por qué reaccionar así, tú tampoco me has sido fiel completamente, y te he perdonado cada uno de los tropiezos que has tenido, por eso cuando lo conocí no lo pensé demasiado, solo lo hice y no sabes cuánto me arrepiento.

—No importa cómo haya pasado, ni con cuántos hayas buscado castigarme. Se acabó, lo hablamos antes.

—Sí, ya hemos pasado por esto, pero eso nunca nos impidió volver. Yo te quiero y ahora que estuvimos más distantes pude darme cuenta de que en verdad te quiero, estoy lista. —Dicho esto estiró su mano izquierda moviendo los dedos alegremente—. Me di cuenta de que no tendré con nadie más lo que tengo a tu lado. Mew, no necesito a nadie más, solo a ti.

Casi se atragantó con su saliva.

—¿Es una puta broma?

—Tú y yo hemos sido felices por mucho tiempo, por qué no olvidamos este mal momento y damos el siguiente paso. Estamos listos, y te prometo que no volverá a pasar. Considera que con las infidelidades estamos a mano, volvamos a empezar, ahora como una familia.

El chico del barWo Geschichten leben. Entdecke jetzt