Can you feel the love tonight?

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Sentado en su silla de ruedas, Tawan observaba a los pajarillos en el chapoteadero, con una leve sonrisa tocó el cristal, trazando con un dedo la forma de uno de ellos. Sintió pasos y colocó su mejor sonrisa. Con cuidado se giró para ver a su hermano menor, quien había entrado a la sala de estar.

– Phi Tawan, saldré a beber con Mew, regreso en la noche. Nana Saaran se quedará contigo.– Tawan sonrió enormemente y asintió hacia su hermano menor. Respondió un "cuídate" en lenguaje de señas.

– Dentro de unos días vendrá el especialista que te ayudará a volver a hablar Phi. Nos vemos entonces.– el mayor hizo un gesto suave con su mano y asintió. Mek dio media vuelta y se fue.

Tawan esperó unos segundos y borró todo rastro de sonrisa en su rostro, apretó los puños y contuvo las lágrimas. Se dirigió a su cuarto y se encerró en él. Tomó su celular y marcó el número que de sabía de memoria. Cuando la línea telefónica se abrió, Tawan suspiró.

– Kinn.– susurró

– No es Anakinn, ¿cómo has estado Tawan?– el joven se asustó mucho y estuvo al punto de colgar la llamada, pero se contuvo y continuó.

– Khun Korn, necesito hablar con su hijo, es algo muy importante.– el menor prácticamente suplicó.

– Lo que quieras hablar con mi hijo, lo puedes hablar conmigo.– el señor mayor sonaba decidido.

– Khun Korn, es muy importante, y a usted le interesa también, desearía encontrarme con usted para conversar, tengo mucho que decirle.

– Está bien chico, te daré un voto de confianza, pero no me decepciones, porque entonces, verdaderamente dejarás este mundo.– el menor no se asustó, al contrario, podría ser protegido. Tawan quería reivindicarse, quería iniciar nuevamente, ser una persona diferente, y debía comenzar por ayudar al hombre que ama, que amó.

– Donde usted diga señor, podremos vernos, solo le digo que debe tener paciencia conmigo, soy un discapacitado ahora.

– Sí, he escuchado que perdiste gran parte de tu memoria.

– Solo es una excelente excusa para mí hermanito, estoy bien, cuerdo, recuerdo todo lo que pasó y toda la mierda que hice en mi vida, pero quiero cambiar,  desde ahora le digo que no espero su perdón, ni el de su familia, pero quiero hacer un bien por alguna vez.

– Bien, bien chico, puedes decirle a tu hermano que te traiga a casa, los demás no estarán.– el menor se asustó y negó para sí

– No, mi hermano nunca debe saber de esto, no es una buena idea, mi nana me ayudará a llegar no de preocupe, solo dígame cuando ir.

– Nos mantendremos en contacto muchacho.– y cortó la llamada.

Korn miró a su pareja y arqueó una ceja.

– Aquí hay gato encerrado y no es precisamente King que está en su jaula dormido.– Chan rio por lo bajo y asintió.

– ¿ Cómo vas a hacer para que el chico venga a aquí sin que los niños se enteren?– Chan de colocó detrás del mayor y comenzó a masajear los hombros tensos de este.

– Kinn y Porsche no regresan hasta dentro de dos días, los demás son fáciles de despachar, menos Kim, Kim puede estar, él sabrá que decir, Tankhun también estará. Puedo enviar a Vegas, Pete y los demás al centro comercial. Y si no, pues ya veré.– Chan dejó un beso en los cabellos semi canosos y volvió a su lugar en su mecedora.

– Veremos qué tiene que decir.

– Mn.

                        (...)

"And can you feel the love tonight

It is where we are

It's enough for this wide eyed wanderer

That we got this far

And can you feel the love tonight

How it's laid to rest

It's enough to make kings and vagabonds

Believe the very best."

¿ Por qué esa canción sonaba demasiado bien en las mentes de Kinn y Porsche?

Como si realmente estuviera siendo reproducida. Tal vez porque ambos estaban sentados frente a frente en una amplia cama, besándose con parsimonia. Haciendo un juego sensual de lenguas mientras se tocaban.

Kinn agarró el pelo de la nuca de su marido y lo jaló hacia atrás, dejando su cuello descubierto. Porsche abrió la boca, jadeando en silencio, con los ojos cerrados. Kinn olió el cuello, lo besó, lamió, mordió, chupó, dejando moretones, marcas de posesión. Joder, que hombre tenía en sus brazos, el mismo que lo había amado siempre, el hombre que le dio un hijo, su hombre, suyo.

Kinn soltó el agarre de la nuca y ahora lo tomó por los hombros, dejándolo acostado en la cama. Abrió sus piernas y se colocó en el medio de estas, moviéndose lentamente, rozando sus calientes e hinchados miembros. Se estiró y colocó sus labios en el lóbulo de la oreja de Porsche, quien con sus manos, amasaban la piel de la espalda del contrario, aparentando, pellizcando, paseándolas por todo el contorno de las piernas y muslos del mayor, acabando en sus nalgas.

– ¿ Lo quieres?– susurró lascivamente, recibiendo un silencioso asentimiento. – ¿Cuánto lo quieres?

– Mucho, lo deseo tanto, tanto. Te quiero muy dentro de mí.– el moreno giró su rostro y con su lengua lamió una mejilla del mayor.

Kinn y Porsche habían llegado al resort la tarde pasada, habían cenado a la luz de las velas y la luna en la playa, y habían hecho el amor repetidas veces. Sellando una y otra vez su amor. En el baño de la suite, en el balcón, en el jacuzzi, en la mesa del comedor, contra la pared, siempre lento y con calma, con Kinn susurrando palabras sucias al oído de Porsche, haciendo que gimiera cada vez. Ahora en la mañana, Kinn había despertado a su hombre, con el desayuno en la cama, una bandeja con tostadas, mantequilla, fruta picada, jugo de uva y una taza de chocolate ya que su amor no tomaba café. Y una rosa adornaba la bandeja. Porsche se sentía sensible por la noche anterior y después de tomar el desayuno y dejar de lado la bandeja, había tomado a Kinn y lo había desnudado, sentándolo luego frente a él en la cama, agarrándolo en un profundo beso. Llevándonos al presente.

Se introdujo lentamente en el aún mojado interior de su hombre y ambos gimieron cuando tocó fondo.
Y luego todo se fue en una nube caliente. Kinn amó  a su hombre lentamente, mordisqueando y apretando sus pezones mientras embestía, besándolo y susurrando palabras en sus oídos. Ah, Kinn de había vuelto un blando con Porsche, y cómo no hacerlo, esa mirada y esa sonrisa del moreno, lo enamoraba cada día más.

– Voy a...voy a correrme Kinn.– entre gemidos pudo hablar.

– Vente mi amor, conmigo, vamos.

– Kinn, Anakinn, ah, mi amor, dámelo, ponlo en mí, dame otro hijo mi amor.– Kinn abrió inmensamente los ojos y sonrió. Dio varias embestidas más y se corrió en el interior de Porsche, llenándolo con su semilla.

Sin salir del húmedo interior, se fundió en un abrazo con el moreno, susurrándole cuanto lo amaba.

– Cásate conmigo bebé....

La Sangre De La Mafia [KinnPorsche]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora