Capítulo 29: Todas las cosas de las que no hablo.

1.6K 236 742
                                    


Viví con impotencia por no tener voz, por ser silenciado por personas, o por mí mismo.

Es bastante común que nos hagan ser los malos de la historia, para que haya justificación sobre el trato inhumano que nos dan.

Como la delgada línea azul, aquello que se interpone entre los enfermos y la sociedad.

Despersonalización.

Desrealización.

"Todo se acabó".

Qué pensamiento tan fatalista pero acertado para describir la sensación de haber sido expuesto frente a las únicas personas que te importaban.

Bastante gracioso, que te funen quienes te importaban tanto. Oh, así es.

¿Qué es así?

No lo sé. Raro.

Medio culero.

Tú te pasaste.

¿Y qué se supone que hice?

Ser un pervertido, ¿tal vez?

Corrí, como si estuviese en una cinta, con el cerebro indicándole a mis piernas que no se detuvieran o moriría. Los tendones siendo jalados, el abdomen ardiendo, el cabello estorbando, las malas pisadas que producían heridas por los zapatos no aptos para correr.

Di vueltas en círculos, tratando de hacer a mi cabeza obedecer. Ante el estrés, mi cerebro huía, pero mi corazón seguía bombeando entre llantos.

Estoy soñando, no es la primera vez que esto pasa.

¿No sería un sueño muy largo?

Ha durado todo el día.

—Valí verga —expresé, tratando de sostener mi pecho, arrojarle golpes, esperando parar. Abrí la boca como un pez buscando el agua, sin saber que el aire me mataría en el proceso.

Tuve un ataque de tos por la saliva que tragué mal. Golpeé con más fuerza mi pecho, pero mis piernas comenzaron a tambalearse como recién nacido. No tenía control de mis músculos, ni de las lágrimas que salían de forma inconsciente; no entendía el llanto, patético como de costumbre.

—Des, Des.

Deja de hablarme, solo me confundes más.

No te estoy hablando yo.

Estás en mi cabeza.

Elevé la vista, el sol dorado me golpeó los ojos antes de percibir la silueta de Exin, como una fotografía borrosa. Olvidé qué hacíamos allí.

—DES. —Se oyó preocupado.

Los átomos de mis manos se aferraron a su playera oscura, entonces comprendí lo que decían sobre nunca tocar a alguien realmente. Me sentí resbalar hasta dormir en la acera.

~•~•~•~

Mi vida es clara antes de los diez años, cuando un diagnóstico era ajeno a mi vida, tampoco tenía que vivir con miedo a despertar en algún lugar extraño o descubrir que no estaba rodeado de mi familia, sino siguiendo a alguien más.

Línea AzulWhere stories live. Discover now