Capítulo 36: Odio cuando lloras.

1.4K 191 1.1K
                                    


Él desconocía lo que pasaba en mi interior, las cosas que asfixiaban a mi cerebro.

Pero aún sin conocerlas, incluso si le pedí no preocuparse de lo que pudiésemos perder, no pudo dar una respuesta inmediata.

"¿Qué tengo que perder? Por supuesto que a ti."

DesDes.

Sus manos se aferraron a mis hombros, le temblaban los dedos; tal vez por eso pensé que él perdería el equilibrio, pero no fue así.

Sus ojos, que eran ocasionalmente iluminados por las luces azules de alrededor, parecían brillar con cada parpadeo. Seguí apoyado en su ropa, suplicante. Él movía la cabeza de un lado a otro, apenas un movimiento perceptible para los demás, pero para mí era claro ya que estaba ensimismado en su rostro.

Se negaba, decidido a no acercarse más.

—No quiero arruinarte este recuerdo. —Balbuceó, apretándome con fuerza, como si intentase poner un límite con sus manos.

Es cierto que lo recordaré después de muchos años.

—Hazlo si quieres.

Exin me cubrió con su saco antes de sacarme del baile. Me llevó como si intentase ocultarme de otros, o quizás por la idea de que alguien me vería irme con él. Tal vez pensó en mi vergüenza, pero jamás pensó en esconderse él.

Firmó con su nombre la hora de salida. En la avenida principal paró un taxi, que se hizo unos minutos a su casa. Sus padres habían salido, fue de las pocas veces que me dejó entrar a su hogar, estar en su habitación, ver dónde guardaba la llave de respuesto, y su torpeza al apartar el saco que puso en mí.

—Voy a... —Me avisó, inclinándose a mí mientras apagaba la luz con una de sus manos.

Ex era conocido por ser demasiado pasional, de poco control cuando se trataba de establecer relaciones, rápido al moverse. Usualmente lo veías en las esquinas de algún antro, besándose con alguien a quien acababa de conocer. Siempre con esas ganas de hacer contacto físico con alguien, quien fuera que entrara en sus gustos.

Pero aunque no fue mi primer beso, quizás él sabía que era la primera vez que yo besaba a alguien a quien quería.

Solos nos sentamos en su cama, a besarnos. Con sus manos sosteniendo las mías, mientras nuestras rodillas rozaban cada vez que se inclinaba para no despegar nuestros labios. A veces se detenía a hablar.

Qué raro fue que alguien hablara tanto en momentos así.

—Des, me gustas mucho —expresaba a medias, con el ceño fruncido, me besaba antes de continuar—. Déjame ser aunque sea una parte importante de tu vida, incluso una equivocación, pero déjame ser algo.

He tenido ese pensamiento innumerables veces.

Y aún así me he portado como si debiera ponerte una barrera.

—¿A qué... —traté de tomar aire, pero seguía sintiéndome atraído hacia él—, a qué te refieres?

—Sal conmigo —murmuró, soltando mi cabello.

Línea AzulOn viuen les histories. Descobreix ara