𝐋𝐎𝐕𝐄𝐑 | Sultɑ́n Süleymɑn

Chapter 16.

El príncipe despertaba con su brazo entumido, por lo qué intento levantarse más aquel peso lo hizo mirar a su costado dándose cuenta de su gran error.

— Mahidevran. — Llamó a la mujer delicadamente para despertarla.

— Mhm alteza. — Respondió adormilada.

— Ya puedes irte. — Volvió a hablarle.

— Quiero quedarme con usted. — Mahidevran respondió con sinceridad.

— Hablaré con Dilaşub. — Le dijo nuevamente el príncipe, comenzaba a desesperarse por lo qué intento levantarse.

— Mahidevran cuándo sintió al príncipe alejarse de ella, lo jalo tirándolo hacia la cama nuevamente. — Usted no se moverá de aquí. — Dijo con una sonrisa burlona pues se había subido encima de el.

— Mahidevran te di una orden. — Dijo ya enojado.

— Deseo darle un hijo, un príncipe, un heredero. — Mahidevran dijo acercándose a él para besarlo.

— Ya tengo a mi heredero y ese es Osmán. — El príncipe la tomó de sus brazos para quitarla de encima de el, más se sorprendió al ver la fuerza qué la mujer tenía.

— Uhm. — Bufó, recibiendo una mirada penetrante del príncipe.

Mahidevran forcejeo por unos minutos con Süleyman, hasta qué ambos quedaron cara a cara. El príncipe admiro el rostro de la mujer, por lo qué no aguanto más y la besó.

Y así una vez más se entregaron.

Mahidevran rezando por qué quedará embarazada.

• • •

— Al parecer esa serpiente aún sigue con el príncipe, su alteza. — Eléonore dijo con enojo, recibiendo una mirada triste por parte de Dilaşub.

— Eso era lo qué tanto quería la sultana Hafsa. — Le respondió sin ganas Dilaşub.

— Mi pequeña. — Clarice se acercó a ella para abrazarla.

— Me había llamado a mi, ¿qué cambió? — Dijo con pequeños sollozos al sentir los brazos de su dama de compañía.

— Ya, ya mi princesa. — Clarice intento calmarla.

De repente las puertas fueron abiertas, entrando por estás la sultana Hafsa y tras ella Daye.

Todas las presentes hicieron una reverencia.

— Váyanse. — Ordenó a las damas de compañía de la esposa de su hijo.

Clarice y Eléonore hicieron una última reverencia para después salir.

— Mi hijo paso la noche con Mahidevran y hasta ahora no ha salido de sus aposentos. — Dijo alegremente cuándo estuvieron solas.

— Qué bueno, logró lo qué quería. — Respondió Dilaşub con fuerza, calmando sus ganas de llorar.

— Te dije qué llegaría alguien qué te destrozaría. — La sultana se acercó a Dilaşub amenazante.

— Haga lo que haga, nada hará que el príncipe me olvide, aunque a usted no le guste soy su esposa. — Dilaşub no inmutó ante la cercanía de la madre del príncipe.

— Usar el símbolo de nuestra familia no te convierte en sultana. Eres una concubina. — La sultana Hafsa dijo con seriedad.

— Es cierto. Una concubina igual qué usted. — Dilaşub dijo con una sonrisa burlona.

Hafsa se sintió humillada por lo qué no pensó claramente y le dio una cachetada a la joven.

Dilaşub se tambaleó un poco, después paso su mano por su mejilla para intentar aliviar el dolor.

— Es-esto ja-jamas lo olvidaré. — Dijo con pesar pues tenía un nudo en su garganta. —  En lugar de estar de mi lado, eligió oponerse; en lugar de ayudarme, eligió traicionarme. Eso traerá sus consecuencias. — Sus palabras salieron amenazantes, dejando a la mujer atónita.

La sultana Hafsa no dijo nada más, miró a la joven, sabía qué tenía que deshacerse rápidamente de ella.

— Ya veremos quién ganará. — Hafsa dijo, para después salir de los aposentos enojada.

Una vez qué la mayor salió, Dilaşub se tumbó al suelo a llorar.

Su corazón estaba destrozado.

¿Hasta cuándo dejaría de sufrir?

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