La princesa Anneliese nació el 12 de diciembre de 1494, sí tan solo unos meses después de la llegada de su futuro amor.
El qué parecía ser un hermoso día en su gran Imperio, el Imperio Francés, pronto se convertiría en su martirio. Anne, cómo solían...
La princesa Larissa se encontraba en los jardínes del castillo mientras posaba para ser pintada por una joven muy talentosa, la cuál su madre había traído desde Venecia para retratarla a ella y a cada unos de sus hijos, empezando por la mayor.
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La joven la veía con entusiasmo pues ante sus palabras era la primera vez qué pintaba a una princesa y eso la emocionaba mucho.
— Eso es suficiente, sigamos mañana. — Larissa dijo mientras se movía de la incómoda pose en la qué estaba.
— Cómo desee alteza. — Respondió la joven haciendo una reverencia.
Larissa se acercó hasta ella para observar su dibujo, cuándo lo vio quedó maravillada. Ningún detalle se le escapaba, sus ojos, su cabello, su nariz, sus labios, absolutamente todo estaba bien dibujado.
— Eres muy talentosa. — Mencionó con una sonrisa.
— Muchas gracias alteza, me honra con tan hermosas palabras. — Dijo la joven con un leve sonrojo.
La princesa tuvo curiosidad por aquellos otros dibujos qué estaban a lado de ella en una pequeña mesa, por lo qué se agachó para tomarlos quedando sorprendida por lo hermosos qué estos eran, pero antes de qué pudiera felicitarla un hombre se puso delante de ella, confundiendo a la mujer, cuándo está levantó su mirada quedó atónita ante la belleza del hombre, más se asustó al ver qué sus ropas eran diferentes a la de los guardias imperiales franceses.
— ¿Quién eres? ¿Quién te dejo entrar? — Larissa preguntó con nervios.
Sin embargo el hombre simplemente estiró una de sus manos en señal para alejarse de la joven, la princesa hizo caso y se alejaron.
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— ¿Entonces? — Dijo con una ceja alzada.
— Su alteza es un gusto conocerla, mi nombre es Hasan Iskender soy el consejero, guardia y mensajero imperial de nuestro sultán Süleyman. — Habló una vez qué estuvo seguro, pues cuándo la princesa levantó su mirada para verle quedó encantado ante la bella mujer qué tenía frente a él. — Y vengo en busca de la emperatriz, necesito hablar urgentemente con ella pues el sultán desea verla.
