La princesa Anneliese nació el 12 de diciembre de 1494, sí tan solo unos meses después de la llegada de su futuro amor.
El qué parecía ser un hermoso día en su gran Imperio, el Imperio Francés, pronto se convertiría en su martirio. Anne, cómo solían...
Largos años han pasado desde qué Anneliese abandonó aquellas tierras otomanas, dónde dejo el amor qué alguna vez sintió por el príncipe Süleyman.
La princesa Larissa ya contaba con 7 años, mientras qué los príncipes Olivier, Mathias y Kaleth tenían 6 años, los más pequeños Arthur, Stéphane y Genevieve contaban con 4 años de edad.
Con la ayuda de su madre y del sultán Selim quién la iba a visitar cinco veces todos los años ganándose así mismo el amor de sus nietos y hasta de la reina Isabell quién veía al sultán como un amigo, hizo qué la joven conociera aún más de política, guerras y ganancias.
Mientras en Manisa las cosas iban de mal en peor, el príncipe Süleyman cayó en una depresión al sentir qué le faltaba una parte de él, provocando qué descuidara su provincia y aunque rápidamente su madre, la sultana Hafsa salía a velar por ella, el sultán Selim sabía qué su hijo estaba sufriendo las consecuencias de su insolente desición.
Aquel día en París, Francia, estaba siendo más qué tranquilo, mientras en Estambul, una tragedia había sucedido.
— Su majestad, mi reina. — Élise entró a la sala de consejo donde la reina Anneliese se escontraba.
— Élise, ¿qué pasó? ¿mi hijos están bien? — Pregunto la reina mientras se levantaba de su trono preocupada por su amiga y sus hijos.
— Majestad, ellos están bien, Marie está con ellos no hay de qué preocuparse. — Dijo con una media sonrisa, recibiendo un asentimiento de Anneliese. — Pero... llegó está carta desde Estambul.
— ¿El sultán la envío? — Anneliese preguntó con su ceño fruncido.
— No majestad, fue la sultana Ayşe. — Élise le respondió con sus ojos llorosos.
— Me estás preocupando, dame la carta. — Anneliese se acercó a su dama y tomo la carta de sus manos.
Cuándo la tuvo en sus manos Anneliese se alejo para leerla, quedando estática al leer lo qué decía.
Querida Anneliese.
Se qué esperabas al sultán Selim este fin de año, al igual qué tú estaba muy emocionado.
No solamente por verla a usted a sus nietos también.
Lamentablemente, está mañana nuestro Yavuz sultán Selim ha fallecido. Nos ha dejado para partir al reino de Allah.
Desde hoy comienza la era del príncipe Süleyman, el sultán Süleyman.
Atte: Su fiel amiga, la sultana Ayşe.
Anneliese al terminar de leer aquella carta sintió un nudo en su garganta junto a unas inmensas ganas de gritar, pero no podía.
Perdió el control de si misma y cayó de rodillas.
— ¡SU MAJESTAD! — Gritó Élise asustada acercándose hasta su reina.
Entonces Anneliese volvió a la realidad soltando un gritó desgarrador, uno de los pilares qué más amaba se ha ido, su segundo padre partió al reino eterno.
— ¿¡QUÉ SUCEDIÓ!? — Gritó asustada la madre de la reina, cuándo vió a su hija en el suelo mientras lloraba.
— E-el sul-sultan ha mu-muerto. — Anneliese respondió entre sollozos.
— La reina Isabell se sorprendió al escuchar aquello. — Qué Dios lo tenga es su reino eterno. — Dijo mientras abrazaba a su hija.
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“Cuanto más oscura es la noche, más brillantes son las estrellas. Cuanto más profundo es el duelo, más cerca está Dios.”
