Chapter 20.

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2 días después.

— Sultana. — Una Clarice agitada había llegado a los aposentos de su sultana, asustandola no solo a ella también a la sultana Hatice, cuando se dio cuenta de su falta, hizo una reverencia.

— ¿Clarice qué pasó? — Preguntó Dilaşub nerviosa.

— Una carta desde nuestro imperio ha llegado, por lo qué me dijo Nicholas...— Clarice hizo una pausa. — no son buenas noticias.

Esas palabras bastaron para qué Dilaşub tomara la carta de las manos de Clarice, sus manos temblaban por lo qué tardo en abrir la carta. Ante la mirada de la sultana Hatice, ella se alejo.

IMPERIO FRANCÉS.
PARA MI QUERIDA ANNELIESE.

Hace unos días el doctor vino...no nos dió buenas noticias.
Tú padre, nuestro rey, está enfermo.

Su enfermedad llegó a sus  causando qué estos no funcionen como los de una persona normal, aún así me dio esperanzas de 3 a 4 meses de vida.

Hija mía...es hora de qué te vayas preparando para tomar el trono. Con la actitud de nuestra majestad, siento qué cada día lo pierdo.

Ya no se qué hacer, no quiere tomarse sus hierbas medicinales, ni comer.

Mi pequeña Anneliese, mi princesa.

Pide permiso al sultán para ver sí tú logras hacerlo entrar en razón.

Por favor.

ATTE: EMPERATRIZ ISABELL.

Cuándo Dilaşub termino de leer la carta sintió su corazón latir de manera desenfrenada, de pronto su vista se torno borrosa, la carta cayó de sus manos tan lentamente, sintió su cuerpo flojo...un nudo se instaló en su garganta pero no podía ni gritar, ni llorar, sintió su mundo detenerse y entonces vió todo negro.

— ¡DILAŞUB! — Hatice gritó asustada acercándose hasta la joven.

— AGHAS, LLAMEN A LA DOCTORA, RÁPIDO. — Clarice se acercó a las puertas para tocarlas, más el saber cómo se encontraba su pequeña la hizo gritar con todas sus fuerzas.

• • •

Horas después.

— ¿Despertará pronto? — El príncipe Süleyman le pregunto a la doctora entre sollozos.

— Sí su alteza, no se alarme. Fue solo un desmayo, la sultana solamente se aceleró de más. — La doctora le dijo de manera tranquila.

En los aposentos de Dilaşub se encontraba la sultana Hafsa, Mahidevran, la sultana Hatice, las servidoras de la sultana Dilaşub y el más importante, el príncipe Süleyman quién desde qué se enteró de su desmayo no se separó de su esposa.

La dos primeras mujeres, rezando por qué está muriese.

— Hatice, tú estabas con ella, ¿qué sucedió? —El príncipe preguntó mientras acariciaba la mejilla de su mujer.

— Toma. — Hatice se acercó a su hermano con una carta en sus manos, dándosela al menor.

— Es una carta de la Emperatriz Isabell, alteza. — Clarice dijo con tristeza.

El príncipe no espero más y la leyó, sorprendiéndose por cada palabra qué leía. El monarca de Francia está en su lecho de muerte, pensó, triste por su esposa.

— Pa-padre. — Dilaşub dijo con poca fuerza mientras intentaba despertarse.

— Shh mi amada, tranquila. — Süleyman intento tranquilizarla con caricias.

Entonces Dilaşub se levantó de golpe asustada.

— Dilaşub, tranquila. — Hatice se acercó a la joven preocupada por ella.

— Eléonore...Damla...Clarice...— Dilaşub llamó a sus damas de compañía.

— Si sultana. — Damla le respondió a su princesa.

— Perdemos a nuestro emperador, mi padre está enfermo.— Dilaşub mencionó mientras se aferraba a la mano de su esposo.

Días después, se encontraba en un barco con dirección al Imperio Francés.

Permiso otorgado no solo por el príncipe por el sultán también.

Una semana después llegó a Francia, siendo recibida de la mejor manera, digna de una princesa.

La felicidad de su padre aumento cuándo conoció a sus nietos.

1 mes lleno de felicidad, en el cuál Dilaşub volvía a ser Anneliese.

Había qué disfrutarlo pues pronto llegaría el caos.

• • •

MANISA, IMPERIO OTOMANO.

3 meses después.
Agosto 1, 1515.

— Aquí está el veneno abortivo. — Dijo el hombre encapuchado a una mujer.

— Perfecto, toma. — La mujer respondió mientras le aventaba una bolsa con monedas de oro, al hombre.

— Recuerde señorita, solamente se necesitan dos gotas, no más. — El hombre volvió a repetir.

— Sí, sí, vete antes de qué te vean. — La mujer misteriosa dijo viendo hacía los lados para ver qué nadie los estuviese observando.

— Espero hacer más tratos con ustedes pronto hasta luego. — El hombre le hizo una leve reverencia y entonces se marchó.

































































































































































































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𝐋𝐎𝐕𝐄𝐑 | Sultɑ́n Süleymɑn Where stories live. Discover now